El diario informó este jueves en su edición digital de la muerte de Antonio Tejero, el teniente coronel de la Guardia Civil que capitaneó el fallido golpe del 23-F. Muchos otros medios habían dado ya la noticia y, tras realizar varias llamadas, se dio por confirmado el fallecimiento. Sin embargo, una hora después era necesario aclarar que no había fallecido, sino que se encontraba en estado crítico. El viernes, la familia detallaba que Tejero había logrado la “estabilidad clínica” y seguiría la recuperación en casa.  

“Después de que todos los periódicos y noticias informaran de su fallecimiento, ahora resulta que está… ¿en estado crítico?... qué patinazo de todos y todas”, lamentaba un suscriptor en la edición digital. Otra lectora se preguntaba con sencillez desarmante: “¿Por qué se dice que ha muerto si aún no ha ocurrido?”

El error de haber publicado la información sin que estuviera suficientemente contrastada llegaba apenas unas semanas después de que numerosos medios -incluida también en esta ocasión La Vanguardia - informaran de la muerte del expresidente de Extremadura Guillermo Fernández Vara cuando el deceso aún no se había producido. El hecho que destacados miembros del partido socialista dieran su pésame en las redes sociales antes de hora, contribuyó a que el diario considerara que el fallecimiento estaba confirmado.

Un suscriptor, en un comentario de la edición digital, enmarcaba el problema con precisión: “Nunca entenderé esta necesidad de ser el primero en dar la noticia antes de contrastarla. Es arriesgado, insultante, sea quien sea el personaje del que se trate. No pasa nada por esperar unos minutos para dar la noticia con rigor”.

La aspiración lógica de todo medio de comunicación es ofrecer la mejor información a sus lectores antes que sus competidores. Las entrañables imágenes en blanco y negro de principios del siglo pasado, con chicos alzando un diario al aire en medio de concurridas calles mientras gritan “exclusiva” o “edición especial” demuestran que no se trata de nada nuevo, sino de una ambición propia del ejercicio periodístico.

La era de internet y la cultura de la inmediatez, con las alertas de los medios llegando al instante a los teléfonos de los ciudadanos, han elevado la presión por no quedarse atrás. Pero, como expresan nuestros lectores, antes que ser los primeros -que también- lo que nos piden es información fiable y rigurosa. Joel Albarrán Bugié