“Cuando la verdad ya no te importa, eso también es desinformación”. Esta frase de Fernando Belzunce que atraviesa su nuevo libro Periodistas en tiempos de oscuridad (Ariel) no es solo un diagnóstico. Es una alerta sobre el momento crítico que atraviesa el periodismo en un contexto global dominado por la desinformación, el descrédito de los medios y el debilitamiento de los valores democráticos. Este ensayo coral con más de cien voces de periodistas de todo el mundo es una defensa urgente de un oficio que hoy, más que nunca, está en el centro de una batalla política, tecnológica y cultural.
La era digital, que en sus inicios despertó ilusiones sobre un acceso más libre y democrático a la información, ha devenido en un terreno fértil para el caos informativo. Internet y las redes sociales, amplificadas por algoritmos que priorizan el sensacionalismo, han multiplicado la velocidad y el alcance de las noticias falsas. Como explica Belzunce (Pamplona, 1976) , “la mentira se viraliza mucho más que la verdad”, no solo porque genera más clics e ingresos publicitarios, sino porque encuentra en la emocionalidad un arma más eficaz que el rigor. “El problema no es solo lo que circula, sino lo que la gente está dispuesta a creer. La desinformación se ha vuelto deseada”.
Plataformas como Facebook, Twitter o TikTok han desdibujado el rol del periodista como mediador entre los hechos y la ciudadanía. Cuando Elon Musk proclama “el medio eres tú”, lo que en apariencia podría leerse como un empoderamiento ciudadano, en realidad esconde una deslegitimación de los medios profesionales como espacios de verificación, contexto y contraste. Y eso, según el director general editorial de Vocento, es el principio del fin de la democracia. “Atacar el periodismo profesional no es casual. A muchos líderes les incomoda que existan voces que los controlen, que les pidan explicaciones”.
El libro recoge impactantes testimonios de periodistas perseguidos, exiliados, silenciados o atacados sistemáticamente en redes sociales mediante campañas organizadas, muchas veces con respaldo económico y objetivos políticos. “Me impresionó la sistematicidad del ataque: no es un troll suelto insultando en Twitter. Es una maquinaria bien financiada que busca callar al periodismo independiente”.
“La gente ya no quiere informarse, quiere confirmar lo que piensa. Y eso es terrible para la democracia”
Las mujeres, denuncia el autor, son las más vulnerables en este terreno, sufriendo no solo violencia digital, sino también un hostigamiento sexualizado. Casos como el de Maria Ressa en Filipinas, que recibió más de 500.000 ataques personales por investigar al poder, revelan la magnitud de un fenómeno que no distingue continentes. Desde Sudáfrica hasta Brasil, desde Pakistán hasta Estados Unidos, el patrón es el mismo: presión, intimidación y desprestigio hacia quienes se atreven a contar lo que otros quieren ocultar. “Muchos medios han tenido que contratar psicólogos en sus redacciones. Estamos hablando de daño emocional planificado”.
En Periodistas en tiempos de oscuridad, Belzunce deja entrever un cambio de era con consecuencias profundas sobre las democracias. El debilitamiento del periodismo profesional es el reflejo de una crisis más amplia, en la que los consensos básicos -la verdad, la justicia, los derechos- se erosionan día a día, mientras las sociedades, cada vez más polarizadas, se repliegan en burbujas digitales donde solo resuenan las propias creencias. “Estamos perdiendo el terreno común. La gente ya no quiere informarse, quiere confirmar lo que piensa. Y eso es terrible para la democracia”.
En este clima, el papel del periodismo vuelve a ser más crucial que nunca como garante de la democracia. Por eso este libro, concluye Belzunce, es un llamamiento a defender el periodismo como deber cívico, como trinchera ética, como resistencia frente a la oscuridad. “Tenemos que volver a explicar por qué somos necesarios. Hacer buen periodismo no solo es un derecho: es un servicio a la sociedad”.
La gente quiere que los periodistas refuercen lo que ya piensan, aunque sea mentira.
ResponderEliminarPor eso hay estos periodistas que triunfan, los que le dicen a la gente lo que quiere oír. Lo mismo sucede con los políticos. La verdad ya no importa.
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