Si a alguien le parecen más atractivas las mujeres morenas que las rubias, es probable que sea un comunista. Sé que esto suena más sexista que marxista: ¿qué relación tienen las morenas con la propiedad de los medios de producción o las rubias con la plusvalía? Todo viene, como no podía ser de otra manera, de un tuit rarísimo. 9mmSMG, una cuenta estadounidense con más de 250.000 seguidores, compara en un mensaje a la artista Rama Duwaji —esposa del alcalde electo de Nueva York, Zohran Mamdani—, con la actriz Sydney Sweeney. Y el texto que acompaña a las fotos dice que “el comunismo es cuando todos fingís que la primera mujer [Duwaji] es más atractiva que la segunda [Sweeney]”. El tuit se ha compartido más de 5.000 veces en cuatro días y suma otras 5.000 respuestas. Una dice: “Me da la impresión de que en ningún momento de la historia de la humanidad ha habido más gente equivocada acerca de lo que significa la palabra ‘comunismo’”. Otro inventa una cita de Marx: “‘La primera mujer es más atractiva que la segunda mujer’. Marx, K (1867). El capital: crítica de la economía política (vol. 1). Hamburgo: editorial Otto Meissner”.

El tuitero aclara en otro mensaje que su publicación no debe tomarse en sentido literal y asegura que es una metáfora sobre una sociedad “falsamente igualitaria”. Quizás soy demasiado rojo o paso poco tiempo en X para entenderla. Lo que parece claro es que “comunismo” se ha convertido en una palabra contenedor, como woke, antifascista o (admitámoslo) fascista. Significa lo que cada cual quiere que signifique y solo sirve para descalificar cualquier idea que huela a progresista, como el recorte de la jornada laboral o el estatuto del becario.

Ya lo vimos, por ejemplo, en las elecciones autonómicas de 2021. El eslogan de la campaña del PP de Isabel Díaz Ayuso nos obligaba a escoger entre “comunismo o libertad”. El comunismo era la malvada oposición, aunque a duras penas podíamos calificarla de socialdemócrata, y la libertad era la opción que defendía Ayuso. Libertad es otra de esas palabras comodín: a veces consiste solo en la libertad de no pagar impuestos o, como ocurría entonces, la de tomarse unas cañas (de esta estoy a favor, no me escondo).

A Mamdani se le ha llamado, a la vez, comunista e islamista, dos ideologías difíciles de reconciliar. En realidad, el alcalde electo forma parte de los Socialistas Democráticos de América, que viene a ser el ala izquierda del Partido Demócrata. Para hacernos una idea de si está muy cerca del leninismo o más bien del flanco moderado de un partido de centroizquierda europeo, podemos recordar que una de sus propuestas estrella es que los autobuses sean gratis. Por comparar, desde 2020 todo el transporte público es gratuito en otra ciudad que tiene fama de paraíso comunista: Luxemburgo. Su alcaldesa, Lydie Polfer, milita en el Partido Democrático, que sobre el papel es liberal, pero ya vemos que muestra tendencias revolucionarias.

Congelar los alquileres de parte de los apartamentos de la ciudad o la gratuidad de las guarderías son otras ideas de Mamdani, que podrán ser acertadas o un error catastrófico, pero que simplemente van en la línea de la redistribución (muy parcial) de la riqueza y de la igualdad de oportunidades. De hecho, el PP está a favor de la enseñanza gratuita de cero a tres años. ¿Es Feijóo comunista? Empiezo a dudar.

Así las cosas, no es de extrañar que un buen puñado de usuarios de X tire de ironía: “Si tanto te gusta el comunismo, vete a vivir a Nueva York”, han soltado unos cuantos, jugando con una frase que se suele decir con Venezuela o con Cuba. A pesar de lo dicho, es importante subrayar que el comunismo, el de verdad, no funciona. Me remito al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que en una entrevista reciente en la Fox y en otras declaraciones desde el Despacho Oval, ha mostrado contundencia y mirada histórica, recordando en ambas ocasiones los orígenes milenarios de esta ideología tremebunda: “Mira, puedes ir atrás mil años, se ha hecho muchas veces, mil años, no ha funcionado nunca”. Si comunismo significa cualquier cosa, su historia puede haber comenzado en cualquier momento. Jaime Rubio Hancock en el país.es