"Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad". Esta frase, atribuida a Joseph Goebbels, ministro de propaganda del Tercer Reich entre 1933 y 1945, quizás ya ha quedado anticuada. Y es que es posible que hoy ya no sea necesario repetir una mentira hasta la saciedad para que arraigue. La pregunta es: ¿por qué? ¿Acaso la verdad ha perdido prestigio? ¿Hemos quedado anestesiados ante la mentira al haberse convertido en algo recurrente?
Vivimos en una era en la que la verdad ya no es el centro del debate público. Si la posverdad ya suponía que las emociones y creencias personales pesaban más que los hechos, la postmentira representa un paso más allá: la mentira no solo se tolera, sino que se utiliza como herramienta política, se repite sistemáticamente y se normaliza.
¿Por qué funciona la postmentira? Saturación informativa: en un entorno donde todo parece discutible, la mentira se camufla entre verdades parciales, cuyos algoritmos premian la polarización, mientras las redes sociales amplifican el contenido emocional y extremo. La mentira apela al miedo, la indignación y el resentimiento, sentimientos que movilizan más que la razón.
¿Cómo combatir la postmentira? Con una educación crítica - Es necesario incorporar la alfabetización mediática a los currículos escolares. Saber contrastar fuentes, identificar falacias y entender los mecanismos de manipulación es esencial. Es necesario un periodismo riguroso y accesible, los medios deben recuperar la confianza del público con información veraz, pero también adaptada a los nuevos formatos: visual, emocional y compartible. Las redes sociales deben moderar contenidos falsos, penalizar la desinformación y ser transparentes en sus criterios. Es necesario un activismo digital ético, es posible realizar activismo desde la verdad, con creatividad y empatía. La clave es construir comunidades que valoren el conocimiento. Cada usuario tiene el deber de verificarlo antes de compartir. La viralidad irresponsable es el combustible de la postmentira.
En tiempo de cinismo, defender la verdad es resistir. La mentira puede ser ruidosa, pero la verdad tiene profundidad. En un mundo en el que la postmentira se instala como norma, defender la verdad no es sólo una cuestión ética: es una forma de resistencia democrática. Y hay que ponerse ya, pues mientras permanecemos inactivos, elementos como Vox o Vito Quiles se frotan las manos.
Especial atención deberían merecernos los nuevos agitadores como Vito Quiles. Quiles es uno de los rostros emergentes de esta nueva agitación digital, vinculado al movimiento “Se Acabó la Fiesta”. Quiles ha ganado notoriedad por sus intervenciones provocadoras en actos públicos y redes sociales, donde acusa a las universidades de ser “nidos de ratas marxistas” y denuncia una supuesta censura institucional.
Su discurso se basa en tres ejes:
- Deslegitimación de las instituciones: medios, universidades y partidos tradicionales se presentan como enemigos del pueblo.
 - Victimización estratégica: se construye una narrativa de persecución para reforzar la idea de que el sistema quiere silenciar a “los que dicen la verdad”.
 - Repetición de mensajes simplificados: aunque sean falsos o manipulados, se repiten hasta que sean necesarios en la audiencia.
 
No hay que menospreciar a los agitadores como Quiles, se hizo con Ayuso o VOX y ya vemos los resultados Hay que combatirlos como diría Trillo, por tierra, mar y aire, aunque el viento no nos sople a favor.


Ojo con el facherío.
ResponderEliminarY sobre la postverdad, a todos nos gusta que nos mientan los nuestros, aunque solo sea un poquito.
Los nuestros sí que nos gusta que nos mientan, pero cada vez menos.
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