A simple vista, a los ojos de los boomers, Analia no és justa en sus descalificaciones, pero aconsejaria leer la entrevista con atención, porque en algunos aspectos Plaza, no va desencaminada, o por lo menos hay que escuchar sus razones sobre el futuro tras los boomers.
P.- Gabriel Rufián fue entrevistado la semana pasada en La Revuelta y David Broncano le preguntó por la vivienda, “el único tema político que nos interesa”, en referencia a los jóvenes. ¿Lo ve igual? ¿Es el motivo por el que se planteó escribir este libro?
R.- Creo que es el tema más importante en España ahora mismo. Pero ya se ha escrito todo lo que hay que escribir sobre vivienda: se han explicado todas las posibles soluciones y se han creado todo tipo de debates alrededor de ello. Aún surgen enfoques nuevos, porque las consecuencias son tan amplias que da lugar a nuevas realidades y problemáticas sociales. Como la de los estudiantes que no se pueden ir a otra provincia a hacer la carrera porque los precios de las habitaciones y residencias son imposibles de pagar. Pero la crisis de vivienda no es la razón fundamental que me llevó a escribir este libro.
P.- ¿Cuál es para usted la raíz del problema?
R.- Tener un techo bajo el que vivir es un bien de primera necesidad, igual que comer. Y a una gran parte de la población le están privando de ese derecho. Eso ocurre porque se puede especular con esta necesidad tan básica. En España se dan por hechas la sanidad y la educación públicas. No te dicen: sí, son un derecho, pero también un negocio. En cambio, con la vivienda se ha hecho y se hace negocio.
P.- Llevamos muchos años hablando de la vivienda en los medios, pero casi siempre desde la perspectiva del crecimiento económico del país. ¿Qué ha cambiado ahora?
R.- Diría que se empezó a hablar mucho más de cómo el acceso a la vivienda determinaba la vida de las personas cuando la situación empezó a afectar a los propios periodistas que cubrían esta información. Es decir, a los hijos de las clases medias españolas. Yo misma he pedido aumentos de sueldo a mis jefes boomers con el argumento: “Es que como está el alquiler, con esto no me da”. Ahora, por fin, ya hablamos de la vivienda desde el prisma de tener un sitio digno donde vivir, y no sobre los vaivenes del sector inmobiliario.
P.- ¿Escribir sobre la trayectoria vital de los boomers es útil para explicar la crisis de la vivienda?
R- Sí, es una manera de contextualizar la situación actual de la vivienda. Y además me permite hablar de muchas otras cosas de la historia reciente de España.
P- ¿Realmente ha sido tan cañón la vida de los boomers?
R- Desde el punto de vista material, ahora mismo lo es. Lo dicen las estadísticas. Según el Banco de España, son el grupo de población más rico. Eso ocurre en gran parte porque la tasa de propietarios en los boomers está cerca del 75%. En cambio, entre los menores de 35 años, el porcentaje de propietarios está alrededor del 30%.
P.- Las estadísticas oficiales del Banco de España indican que para las generaciones nacidas entre 1945 y 1965, la tasa de hogares con vivienda en propiedad a los 42 años estaba en 2022 por encima del 81%; entre los nacidos 1975 y 1985, en el 67%; y entre los nacidos después de 1985, el porcentaje se reduce gradual y significativamente. Hay quien dice que los jóvenes ya tienen un sitio donde vivir: la casa de sus padres, y sin pagar ni un euro. ¿Se puede construir un proyecto de vida sin tener un piso propio?
R.- Compartiendo piso, es difícil. El Ministerio de Vivienda acaba de sacar un vídeo (se refiere a la campaña “¿Cómo imaginarías tu futuro?”) que supuestamente tiene que servir para concienciar sobre este problema: muestran a tres personas de más de 60 años conviviendo en un piso compartido. Ha sido criticadísimo, porque es tremendamente frívolo. Me pregunto por qué tipo de filtros boomers ha pasado esta campaña. Pero lo cierto es que plantea un escenario que no está tan lejos: gente cerca de la edad de jubilación o ya jubilados que tengan que compartir piso.
P.- En su libro, compara la vida de los boomers con la de los millenials, que ahora tienen entre 30 y 45 años, y con la de los Z, que vienen después. Y concluye que lo tuvieron mejor los primeros. Los boomers arguyen que se lo han ganado trabajando mucho y renunciando a muchas cosas...
R.- Claro que trabajaron mucho. Pero también se esfuerzan y se sacrifican las generaciones posteriores. Y tampoco es que pasaran penurias, los boomers. Hay gente que piensa que hablo de quienes vivieron la posguerra y la dictadura. Esos fueron los padres de los boomers. Pero no. Hablo de gente que desarrolló su etapa adulta en los años 90. Y sí, algunos de ellos empezaron a trabajar con 14 años y no pudieron estudiar; y las que eran mujeres tuvieron que ayudar en casa en el cuidado de sus hermanos menores. Desde luego, esa etapa de la infancia fue peor en términos cualitativos de vida. También es cierto que tuvieron menos oportunidades de viajar, de acceder a la cultura o de tener una visión más amplia del mundo a través de internet. En este sentido, tal vez su juventud fue menos divertida que la nuestra. Pero tuvieron otras muchas oportunidades más relevantes en lo que respecta a su desarrollo vital en la edad adulta. La sensación de estabilidad y progreso que tuvieron los boomers no la tienen los millenials. Ni mucho menos los Z. En el cómputo global, yo creo que pesan más las oportunidades materiales. Y concretamente, el acceso a la vivienda.
P.- Todos los ‘boomers’ te hablan de su esfuerzo y sacrificios. Pero a igual esfuerzo, obtuvieron más recompensa de la que tiene un ‘millenial’
R.- Al escribir el libro me di cuenta que, aun habiendo entrevistado a perfiles muy distintos, todos tienen unas ideas muy similares. La principal es la del esfuerzo y el sacrificio: ‘Hemos trabajado muchísimo y hemos dejado de salir a cenar para sacar adelante a los hijos y darles la mejor educación. Y si ellos se esfuerzan y se sacrifican igual, tendrán un futuro de éxito”. ¿Qué sucede? Que esta idea de meritocracia se va al carajo con la crisis de 2008. Y aun así, me llama la atención que los millenials sí son muy conscientes de ser unos privilegiados. Y te lo dicen: por tener un trabajo, aunque sea mal pagado; porque su casero no le echa; o por algo tan banal como poder cocinar en casa en vez de comer algo precocinado. En cambio, nunca verás a un boomer reconocer que ha sido privilegiado por las condiciones en las que ha vivido. Hace poco escuché al politólogo Pablo Simón decir que, a igual esfuerzo, un boomer obtuvo mayor recompensa de la que tiene un millenial. Me parece evidente que es así.
P.- Cuando le sugieren que tu libro atiza una suerte de guerra intergeneracional, ¿qué piensa?
R.-En primer lugar, el subtítulo del libro es ‘La historia de España a través de los boomers’. Lo que estoy contando es la trayectoria vital de los boomers a través de más de 30 entrevistas por toda España a gente de esa generación, además de a múltiples expertos e investigadores del tema. Explico su historia, que es la historia del desarrollismo en España. Comienza a finales de los 50, cuando los padres de los boomers emigran del pueblo a la ciudad y empiezan a tener hijos. Hablo de cómo se desarrollan esas infancias, de su juventud, la formación de familias, en qué condiciones acceden al trabajo y a la vivienda y cómo les pilla la crisis. Y luego trazo las consecuencias de todo este desarrollo para explicar cómo afecta a las pensiones y a las herencias, que son los factores que van a determinar la riqueza de las generaciones posteriores. ¿Eso es alimentar el odio generacional? No lo creo. Eso sí, demuestro, con datos, que hay una brecha económica entre los boomers y los que vienen por detrás. Esa desigualdad económica es innegable.
P.- Los boomers gastaron el dinero en una casa porque podían; los millenials se lo gastan en ocio porque es a lo que pueden acceder, a una casa no pueden
R.- Eso me hace mucha gracia, porque los primeros que están repitiendo la consigna de la batalla generacional son miembros del propio Gobierno. Pablo Bustinduy (ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030) dijo hace poco que no hay que atribuir la responsabilidad de que jóvenes no se emancipen a “un jubilado o una jubilada que cobra 2.000 euros de pensión”. Están haciendo un ‘No pienses en el elefante’ (la autora se refiere aquí a la idea de crear un marco político consistente en negar o evitar un concepto, cuando en realidad lo que se pretende es activarlo y reforzarlo en la mente del público). Es decir, quieren negar una cosa, pero la repiten una y otra vez. La ministra de Seguridad Social el otro día, lo mismo. Le hicieron una pregunta muy pertinente: “¿Tiene sentido que las pensiones se revaloricen con IPC, si los salarios que pagan esas pensiones no se están revalorizando con el IPC?”. Su respuesta fue: “Quienes alimentan la batalla generacional son perversos”. Pero oiga: ¿quiere usted hacer el favor de responder la pregunta, por favor? Prefieren responderte con un eslogan vacío que darte los números. Entonces, ¿quién está alimentando la batalla generacional? Porque ya no son los neoliberales, yo veo al propio Gobierno abrazar ese discurso. Yo no lo hago, desde luego.
P.- Respecto a las pensiones, explica que gran parte de la población está confundida respecto a cómo funciona nuestro sistema.
R.- Eso ha quedado demostrado en una encuesta muy reciente de Funcas (La Fundación de las Cajas de Ahorros). Sólo el 12% de los encuestados logró responder correctamente a cómo funciona el sistema de pensiones. Muchos boomers piensan que ellos contribuyeron a una especie de hucha y que ese dinero está ahí esperándoles para cobrar su pensión. Pero no funciona así, sino que es un sistema de reparto en el que los trabajadores de ahora pagan las pensiones de ahora. Hay que hacer mucha pedagogía sobre esto. Que la gente lo entienda para que pueda exigir a los gobiernos medidas para mejorarlo. Porque de lo contrario proliferan discursos muy tóxicos y muy malignos, como que el sistema de pensiones es una estafa piramidal. Esa misma encuesta, por cierto, demuestra que la gente en España tiene la percepción de que las pensiones son más bajas de lo que realmente son: el 66% cree que la pensión media de jubilación es menor que el Salario Mínimo Interprofesional, cuando es al contrario (el SMI es de 1.184 euros brutos mensuales en 14 pagas, mientras que la pensión media de jubilación se sitúa en 1.508,7 euros al mes, según datos del Gobierno). Aun así, el informe señala que no hay indicios de un conflicto intergeneracional: los jóvenes no creen que los pensionistas estén cobrando mucho más que ellos.P.-
P.- En el libro menciona un vídeo de Pantomima Full que retrata de un modo muy sarcástico la desesperanza de muchas de las familias que se forman hoy en día. Un tono que también está presente en la serie Poquita fe. ¿Por qué le llamó la atención?
R.- Porque retrata un proyecto de vida con tintes muy boomers. Cuando lo vi, pensé: Bueno, por lo menos se han comprado un piso; tienen trabajo, aunque están quemados; y van a por el hijo, porque se lo pueden permitir. En la visión boomer, esto era el camino marcado, lo que se consideraba deseable: el sueño de estabilidad y familia. Pero el tono de aburrimiento vital de ese vídeo creo que es paradigmático. Cuando se publicó, las respuestas de la gente en redes sociales eran del tipo: “Madre mía, qué horror, estoy metido en esto o no quiero seguir así”.
P.- ¿Cree que ese proyecto de vida se sigue considerando deseable? ¿O ya no es deseable porque ha dejado de ser factible?
R.- Es la gran duda. ¿Se dan las condiciones para seguir ese camino? ¿No deseamos eso porque no podemos conseguirlo y entonces no lo queremos? ¿O es que simplemente como sociedad hemos cambiado y preferimos tener trabajos distintos, hacer actividades que nos realicen? Si un curro no nos gusta, nos vamos a otro. No queremos vivir de alquiler, pero si el alquiler no fuera la jungla horrorosa que es, tal vez no sería una opción tan indeseable. En cualquier caso, está claro que hay un cambio de mentalidad entre la generación de nuestros padres y la nuestra. Cuando tuve mi primer buen sueldo, mis padres me decían: Cómprate una casa. Y yo pensaba: no sé si mañana querré estar en este trabajo, no me quiero atar a algo. Los valores de las clases medias, o al menos sus deseos, son distintos ahora. Y no tengo claro si es porque lo que antes era el ideal ya no se pueden realizar o si el cambio viene de antes. Tal vez los boomers se esforzaban en el trabajo porque sabían que ese esfuerzo iba a dar sus frutos. Mientras que los millenials y sobre todo los Z, han adoptado una actitud de dejar el trabajo en un segundo plano. Lo importante es vivir y cuidar tu salud mental y demás, porque no hay unas expectativas reales de progreso en el trabajo.
P.- Entonces, ¿este cambio de valores de los jóvenes tiene que ver con que tienen menos recursos económicos que sus padres a su edad?
R.- Ya te digo que no sé si es antes el huevo o la gallina. ¿Por qué ese vídeo de Pantomima Full que retrata lo que hace 30 años sería considerado como un ideal lo vemos ahora como una opción aburridísima? ¿Qué ha pasado ahí? Un economista me dio una clave que creo que es bastante buena. Me decía: Yo, como economista, tiendo a pensar que la gente es racional: los boomers se gastaron el dinero que tenían en una casa porque podían; y los millenials se gastan su dinero en ocio porque es a lo que pueden acceder, ya que a una casa no pueden aspirar. Entonces, ¿han cambiado los ideales? ¿Por qué nos parece aburrida la fórmula del trabajo, la familia, el pisito, etcétera? Tal vez es porque para muchos es un proyecto de vida imposible de llevar a cabo.
P.- El último capítulo del libro lo dedica al papel que tendrán las herencias de los boomers en el futuro de sus hijos ¿Sólo podrá prosperar quien herede?
R.- Todos los estudios apuntan lo mismo. La generación del baby boom fue muy numerosa y acumuló mucha riqueza, que se va a repartir en manos de menos gente, porque las generaciones posteriores han tenido pocos hijos. Esto generará una gran desigualdad entre la generación millennial y la Z. Pasa en Estados Unidos, pasa en Reino Unido y pasará en España. ¿Cuál es la diferencia? Que el estado de bienestar en España es muy familiarista. El Estado externaliza gran parte de la protección social a las familias. Y tengo la sensación de que no se están tomando medidas más radicales en vivienda porque existe la inercia de que la familia lo solucionará: bien teniéndote en casa hasta los 30 o los 35; bien dejándote dinero para la entrada del piso; o bien cuando se mueran y heredes. Pero esta idea tiene muchas grietas: primero, la esperanza de vida es muy alta en España, así que esas herencias igual llegan demasiado tarde; segundo, no se ha revalorizado lo mismo una vivienda en Madrid que en Castilla y León; y tercero, igual esa herencia hace falta para pagar los cuidados de nuestros padres. Y entonces, ese millennial que está a verlas venir, termina no viendo nada. Juan Manuel García en la vanguardia
¿En que momento se jodió todo?
Sobre las acusaciones a los boomers de ANALIA PLAZA, habría que preguntarse ¿Quién tiene la culpa?¿cuando se jodió todo?. Me parece que es injusto culpar a los boomers de los problemas actuales, como el acceso a la vivienda o la precariedad laboral. Muchos de esos desafíos son consecuencia de decisiones políticas, económicas y tecnológicas complejas. Tampoco se puede ignorar que las generaciones más jóvenes enfrentan un mundo muy distinto, con retos que los boomers no vivieron.
En resumen: cada generación ha tenido sus luces y sombras. Más que buscar culpables, quizás lo más útil sea fomentar el entendimiento intergeneracional y trabajar juntos para mejorar las condiciones actuales.
Los alquileres en España comenzaron a dispararse a partir de 2014, y desde entonces han subido más de un 70%. La causa principal es la falta de oferta frente a una demanda creciente, especialmente en grandes ciudades. No hay un único culpable, sino una combinación de factores estructurales, políticos y económicos.
La clave està ahí, en cuándo se dispararon los alquileres. Desde 2014: El precio medio del alquiler en España ha subido un 74,6% en diez años, pasando de 7,1 €/m² en 2014 a más de 12 €/m² en 2024. Desde 2015: En zonas como Madrid, Cataluña, Baleares y Comunidad Valenciana, el aumento ha superado el 65%, con algunos barrios donde el alquiler ha subido más del 75%.
¿Por qué subieron tanto? Las causas son múltiples y se retroalimentan:
- Falta de oferta: La construcción de vivienda cayó un 83% desde 2006, y no se ha recuperado.
 - Concentración urbana: La población se concentra en pocas ciudades (Madrid, Barcelona, Valencia), donde la demanda supera con creces la oferta.
 - Cambio de perfil del inquilino: Más gente vive sola, más jóvenes alquilan por más tiempo, y hay menos acceso a la compra.
 - Turistificación y alquiler vacacional: Muchos pisos se destinan a Airbnb y similares, reduciendo la oferta residencial.
 - Inversores y fondos: La profesionalización del mercado ha hecho que grandes propietarios suban precios para maximizar rentabilidad.
 - Políticas públicas insuficientes: La vivienda protegida apenas se ha desarrollado, y las medidas de control de precios han sido limitadas o tardías.
 
¿Quién tiene la culpa? No hay un único culpable, pero sí responsables compartidos:
- Gobiernos (locales y nacionales): Por no anticipar la crisis de vivienda, no construir vivienda pública suficiente, y no regular el alquiler turístico.
 - Fondos e inversores: Por convertir la vivienda en un activo financiero, no en un derecho.
 - Sociedad en general: Por aceptar que el acceso a la vivienda se convierta en una carrera de obstáculos.
 
La frase “¿en qué momento se jodió todo?” tiene respuesta: cuando se dejó de construir vivienda asequible y se permitió que el mercado del alquiler se descontrolara sin una red de protección pública. A todo ello jabria que remontarse al origen de cuando las políticas neoliberales del gobierno de José María Aznar, especialmente la liberalización del suelo en 1998, son consideradas por muchos expertos como un punto de inflexión que contribuyó al proceso de especulación inmobiliaria y a la degradación del acceso a la vivienda en España. Unas políticas que los gobiernos posteriores del PSOE o del PP no han sido capaces de gestionar adecuadamente,


Cada generación tiene lo suyo. La nuestra tuvo que aguantar una dictadura, comprar una casa trabajando duro, ahorrar y no gastarse el dinero en viajes ( hay chavales de 30 años que han viajado mucho más que yo que yo en 72 años), cuidar de los padres, de los hijos y de sus mascotas, acoger en casa a los hijos sin vivienda...
ResponderEliminarAsí es, pero eso no se lo cuentan los agitadores sociales de extrema derecha. Cuidar de padres, hijos.... y nietos. Y lo poco o mucho que tenga cada uno de nosotros, bien se lo ha ganado, con su esfuerzo.
ResponderEliminarSaludos.