Se cree que el tiempo todo lo borra y difumina. También el paso de las personas se diluye en la memoria personal y colectiva de forma sutil y selectiva. El recuerdo de Ernest Lluch ha perdurado al cabo de un cuarto de siglo desde que fue asesinado en el garaje de su casa un martes 21 de noviembre del 2000.
A Ernest Lluch, cuando fue ministro de Sanidad, los funcionarios le pusieron el apodo del 'abominable hombre de las 8'. Se ve que el primer día que se presentó en el Ministerio como nuevo titular, a las ocho en punto, ni siquiera habían abierto sus puertas. Su forma de ser de trabajadora y madrugadora le permitió en muy poco tiempo dejar huella en el sistema español de salud al consagrar el derecho universal a la asistencia sanitaria y desvincularla de la cotización a la Seguridad Social.
Ernest Lluch pertenecía a una especie desgraciadamente extinguida, 'los socialistas de Catalunya'. Ernest Lluch fue asesinado por ETA en el párquing de su casa el 21 de noviembre del año, 2000, dicen que la última persona que habló con él y que le acompañaba cada día, fue Lluís Foix.
Cuidado con los pseudo-homenajes en ETA como el de hoy, enmascarados bajo palabras como derechos humanos, paz y libertad. Estos demócratas amantes de las libertades asesinaron a más de 800 ciudadanos españoles, y entre ellos a Ernest Lluch. No hay que olvidarlo.
Lo recuerdo perfectamente, como si fuera ahora mismo: eran las seis menos cinco de la mañana cuando al poner en marcha la radio del coche me enteré. Recuerdo también como si fuera ayer las palabras de Gemma Nierga pidiendo diálogo al terminar la gran manifestación de Barcelona, y le hicieron caso, salvo los de siempre que la criticaron en ese momento y han puesto todas las zancadillas que han podido al proceso de diálogo con la banda terrorista.
Son ellos, los mezquinos, los miserables, los que lo anteponen a todos los que les vale todo con tal de alcanzar el poder. No era de estos Ernest Lluch, por eso le mataron. Él hablaba de diálogo, de compromiso, de generosidad y eso a ambos lados del conflicto hay una serie de siniestros personajes que no les interesaba ni les interesa en estos momentos, nada.
Veo a menudo el pequeño homenaje a la memoria de Ernest Lluch en forma de placa en el Parc Catalunya de Sabadell, estaba solo bajo un árbol, pero después lo rodearon, y a su lado hay un parque infantil para los niños, con tirolina incluida.
Quizá algún día un niño le pregunte a su padre o madre, quién era este señor, espero que se acuerden y les expliquen que hay gente que pierde la vida por buscar la paz y el entendimiento entre los pueblos.
Un destacado dirigente abertzale dijo años después que el asesinato de Lluch había sido un error, el reconocimiento de ese error llegaba tarde, demasiado años tarde.


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