Un misterio muy inglés propio de Agatha Christie. Los dueños del pub ‘The Barking Dog’ desenmascaran al equipo que hacía trampa en su concurso de preguntas.
Ironizaba Thomas de Quincey en su ensayo Del asesinato considerado como una de las Bellas Artes con que uno comienza por permitirse matar a alguien y acaba por perder la educación y dejar las cosas para el día siguiente. A la inversa, si la sociedad tolera que un grupo de embaucadores gane con trampas un concurso de preguntas en el pub local, se corre el riesgo de que los cimientos de la convivencia social comiencen a rodar pendiente abajo.
Los dueños del establecimiento The Barking Dog (El perro ladrador), en Urmston, una localidad situada en el condado de Gran Mánchester, se embarcaron recientemente en tareas propias de la señora Marple, la adorable dama inglesa con habilidades detectivescas creada por Agatha Christie, para desenmascarar al equipo de clientes que cada semana, inevitablemente, se hacía con las 30 libras esterlinas (unos 34 euros) de premio por acertar el concurso de preguntas.
La Quiz Night es una tradición británica surgida en la década de los setenta del siglo pasado para animar las noches de entre semana de los pubs y atraer clientela. Cualquier excusa es buena en el Reino Unido para tomar un trago, y la idea de competir en un concurso de preguntas sobre asuntos diversos (historia, deportes, ciencia, espectáculos…) mientras corren las pintas de cerveza resultó un éxito, copiado incluso internacionalmente. Hoy hay cerca de 10.000 equipos por todo el país.
El grupo que desató los recelos y sospechas en The Barking Dog lo formaban tres o cuatro componentes de mediana edad, discretos, más bien poco sociables, que ni siquiera gastaban los vales del premio en consumir bebidas. Respondían con certeza a preguntas cada vez más endiabladas y oscuras, diseñadas para intentar revelar su trampa. Un detalle puso sobre la pista a los dueños. El equipo era capaz de acertar por separado cada una de las cuestiones, pero no tenía la habilidad creativa de encontrar la relación entre todas las respuestas. Por ejemplo, cuando unidas las primeras letras de todas ellas, la frase resultante era The Barking Dog, el nombre del local.
Durante el concurso estaba prohibido el uso de los teléfonos móviles. Y aun así, los supuestos impostores seguían ganando cada noche. Hasta que un chivatazo anónimo puso sobre la pista a los responsables del local: debían fijarse con atención en las muñecas de los miembros del equipo sospechoso. Rob Hardie, el director del pub, comenzó a ejercer de detective. Se situó una noche fuera del local, de manera estratégica, para observar desde la ventana las maniobras del equipo. Desde su posición pudo ver cómo cada uno de ellos susurraba discretamente a su smartwatch (reloj inteligente) cada vez que el animador del concurso lanzaba una pregunta. Hardie ha relatado a todos los medios británicos que se hicieron eco del “misterio de El perro ladrador” que una de las concursantes, al temer que podía haber sido descubierta, se tapó el reloj con la manga del jersey, pero siguió aproximándose al aparato para pedir las respuestas.
Pillado in fraganti durante la comisión de su fechoría, la dirección de The Barking Dog ha decidido prohibir al equipo de malhechores su futura participación en un concurso, y han proclamado en un cartel su decisión, para animar a que regresen los clientes que desertaron por frustración. "Vetados. Un equipo fue descubierto anoche haciendo trampa en el concurso. Aunque algunos pueden creer que no es algo serio, sabemos que otros equipos dejaron de venir por su culpa”, explica la proclama acusatoria.
Siempre con ese impulso británico de evitar caer en la exageración ni el exceso, y de actuar según la norma, la dirección del pub ha preferido no revelar la identidad de los defraudadores. Y en principio, los premios acumulados siguen siendo válidos por un año. Los clientes locales estarán pendientes durante todo este tiempo de ver si cometen la imprudencia, o tienen la desfachatez, de intentar canjearlos por unas pintas y desvelar así el misterio. Rafa de Miguel en elpaís.es



Menudos pícaros y tramposillos de medio pelo.
ResponderEliminarLos ingleses son así, en lo bueno y en lo malo.
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