Libertad, un concepto muy utilizado, no siempre o casi nunca de forma correcta y poco practicada. ¿Pero qué es la libertad?

  • La libertad es dejar abierta la puerta de casa sin que entre nadie, a no ser que sea un vecino que necesite algo.
  • La libertad es dejar la bicicleta en la calle sin atarla a ninguna parte y que nadie se la lleve.
  • La libertad es pasear por una ciudad a cualquier hora sin que te atraquen o violen a las mujeres.
  • La libertad es jugar en la calle a cualquier hora, sin problemas con las autoridades.
  • La libertad es decidir dónde ir cuando se quiera y cómo se quiera.
  • La libertad es viajar, no turistear low cost.
  • La libertad es respetar a los jóvenes ya los mayores.
  • La libertad es dialogar, no confrontar, respetar y respetarse.
  • La libertad es algo que existía en este país cuando uno era pequeño e incluso de adolescente, y aunque me pese reconocerlo, esta libertad se ha desvanecido detrás de la modernidad neoliberal, e incluso antes.
  • Por otra libertad, o su ausencia, los historiadores hablan entre 50.000 y 150.000 víctimas directas de la represión franquista tras la Guerra Civil, además de cientos de miles afectados por condiciones de vida extremas, que conste en el acta.

Sobre la libertad perdida, la DGT ha tomado medidas para controlar las bicicletas robadas.  Los depósitos de las policías locales están llenos de bicicletas robadas que se han recuperado y no se pueden devolver a los dueños porque no hay forma de localizarlos. Y las plataformas de productos de segunda mano ofrecen un catálogo bien hinchado de bicis de dudosa procedencia. Si todas estuvieran registradas con un identificador propio ligado a unos datos personales del propietario, ya sería otra cosa.

Hace más de una década que la Red de Ciudades por la Bicicleta (RedBici) clama en el desierto por conseguir un registro que permita saber de quién es cada bici, al igual que se sabe de quién es cada coche, y sin necesidad de poner una matrícula como tal. El BiciRegistro permite dar de alta cada bici en una base de datos con el número de bastidor y los datos básicos e incluso marcar la bici en cuestión con varias pegatinas y un código QR difícil de eliminar. Sin embargo, tan sólo hay 20.639 en la base de datos, una cifra insignificante si se tiene en cuenta que hay millones de bicis en España. Pese al apoyo a la iniciativa de más de 150 ayuntamientos, diputaciones y administraciones locales, ni los ciclistas más implicados la han llegado a conocer nunca. Y lo que es peor, muchas policías no saben qué hacer con ese número identificativo en caso de detectarlo en una bici.

No es un invento revolucionario; en otros países funciona desde hace tiempo. Los referentes en este sentido son Francia y Japón. “En ambos países el registro es obligatorio y está claro que esta fórmula es la que mejor funciona”, según Ramón Ledesma, consultor en Impulso y con una larga trayectoria también en la DGT. Esta obligación se formaliza cada vez que alguien compra una bici, en el mismo punto de venta, lo que facilita el procedimiento y asegura que se lleva a cabo. Con siete millones de bicis registradas en el país vecino, la tasa de recuperación en caso de robo oscila entre el 7% y el 12%, porcentajes mucho más elevados que los de España. 

De hecho, aquí es tal la sensación de impotencia en caso de robo que la mayoría de los casos ni se denuncian, según el investigador de ICTA-UAB Jordi Honey. En Barcelona solo se reportaron 870 robos en el 2021, cifra que, según Honey, está muy por debajo de la realidad. Y alerta de los efectos que tiene sobre las rutinas de movilidad, ya que el 17% de las personas a las que les han robado una bici en Barcelona ya no se han vuelto a comprar más y se han pasado a otro medio de transporte. David Guerrero en la vanguardia.