LA NOCHE DE LOS IGNORANTES


La noche de ayer, en la que doscientos vecinos impidieron que quince migrantes entraran en la parroquia de Nuestra Señora de Montserrat, en Badalona, ​​dejó al descubierto una fractura social que hace tiempo que se estaba gestando. 15 del centenar de inmigrantes desalojados del antiguo instituto B9 y obligados a dormir bajo un puente de la C-31, habían encontrado finalmente un espacio en el que pasar la noche. Pero la puerta no llegó a abrirse. Un muro de personas, improvisado pero contundente, bloqueó la entrada. No hubo gritos ni agresiones, pero sí una firme negativa: “Aquí no”.

Para entender cómo se llega a una escena así es necesario mirar más allá del momento concreto. Badalona arrastra desde hace años tensiones vinculadas al asentamiento del B9, un espacio degradado en el que cientos de personas han vivido en condiciones insalubres. Las quejas vecinales, la sensación de inseguridad y la percepción de abandono institucional han ido creando un clima de desconfianza. En este contexto, cualquier movimiento relacionado con el colectivo migrante se lee a través de un filtro de cansancio y recelo.

El miedo y la ignorancia juegan un papel central. No es un miedo basado en datos, sino en percepciones acumuladas, en rumores que circulan con mayor fuerza que las explicaciones oficiales, en la idea de que la llegada de estas personas puede alterar un equilibrio ya frágil. Cuando el miedo arraiga, deja de ser una emoción puntual y se convierte en una forma de mirar el mundo. Y cuando esto ocurre, incluso un gesto tan elemental como ofrecer un techo al que duerme al raso puede ser interpretado como una amenaza. También pesa la desinformación. Muchos de los vecinos que participaron en el bloqueo expresaban temores sobre delincuencia u empleos, aunque ninguno de los quince inmigrantes había cometido delito alguno. La falta de información clara y continuada por parte de las administraciones ha dejado un vacío que se llena con sospechas. En ausencia de datos, los relatos más simples —y a menudo más duros— son los que se imponen.

A todo esto se le suma un cansancio social evidente. Hay barrios que acumulan más presión que otros, el de Sant Roc es precisamente uno de ellos, y cuando los servicios públicos no dan respuesta, la solidaridad se resiente. No porque la gente sea insensible, sino porque se siente desbordada. Cuando la convivencia se percibe como carga, cualquier nueva situación se vive como un límite que se traspasa.

Pero quizá el factor más determinante sea la deshumanización. Aquellas quince personas no eran conocidas, carecían de rostro para los vecinos que les cerraban el paso. Eran "los migrantes", una categoría abstracta que permite tomar decisiones que serían impensables si se tratara de personas cercanas. Cuando se pierde la mirada humana, se pierde también la capacidad de responder con empatía.

La responsabilidad institucional tampoco es menor. El desalojo del B9, la falta de alternativas claras y la improvisación en la gestión han alimentado la sensación de que todo se hace tarde y mal. Cuando las administraciones no ofrecen soluciones sólidas, la ciudadanía reacciona de forma impulsiva, ya menudo en contra de los más vulnerables.

La noche de Badalona no es un episodio aislado, sino un síntoma. Muestra que fácil es que el miedo y la ignorancia se impongan a la compasión cuando no existe un relato colectivo que sostenga la convivencia. Y, a la vez, interpela a una pregunta incómoda: qué dice de nosotros una sociedad que impide dormir bajo un techo al que no tiene más que el frío y la intemperie. Es la noche de los ignorantes y los ignorados, la noche de la deshumanización de una sociedad.

Compartir:  

Comentarios

  1. Lo que no entienden los ignorantes y malévolos es que África, tarde o temprano, nos comerá a todos. Y con despachar de malas maneras a los que vienen no resuelven sus carencias de ideas ni de voluntad. Y luego me hablan de caridad cristiana...

    ResponderEliminar
  2. Hace muchos años, Jordi Pujol dijo que o industrializaban el norte de África, o vendrían todos de golpe a invadirnos. Fíjate que quien está invirtiendo, y mucho en África es Rusia y China.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario