Cuando yo tenía un mes, o sea en abril de 1945, una mañana mi tía Teresa desapareció y durante tres días no se supo nada de ella. Al cabo de este plazo mi abuelo (era viudo) recibió una llamada del Obispado de Vic en el que le comunicaron que la tía estaba en un convento ya que había escuchado la voz del señor y decidido hacerse monja. concretamente de las Dominicas de la Anunciata que fundó el Padre Coll, hijo de Gombrén. Mi madre no lo digirió nunca y de hecho estuvo casi cuarenta años sin querer verla cuando una vez al año venía a Sabadell desde Ruanda donde ejercía no precisamente de misionera como ahora explicaré.
-
La Teresa, o hermana Teresina como le dicen a mi tia, estuvo en Vic, Cardedeu y también en Toulouse en Francia. Allí, en un momento determinado vio que no aportaba nada a su vida estar en un convento y previo permiso a la congregación consiguió que la dejaran ir de misionera a Ruanda. Llegada allí, de lo primero que se dio cuenta era que aquella buena gente lo que menos necesitaba era una misionera y si limpieza, información y una comadrona. "Lo que salva más vidas en África es la higiene" le he oido decir en más de una ocasión. La Teresina, se volvió a España, a Madrid concretamente a aprender de comadrona para poder llevar niños al mundo con un mínimo de garantías y una vez aprendido el oficio volvió a Ruanda.
Ha traído al mundo miles de niños a lo largo de todos estos años y siempre les recalcaba a las madres, sobre todo higiene, higiene e higiene. Allí, recibían ayudas, sobre todo gracias a un cura italiano que era de buena familia y conseguía muchas aportaciones de dinero, pero para hacer hospitales, escuelas, cosas útiles, ah! y una herramienta muy importante para poder ir por los pueblos, un Land Rover que la tía nunca condujo ni quiso saber nada. de hacerlo.
Cuando la guerra fratricida de Ruanda, soldados de ambos bandos fueron a la misión a buscarlas a todas por sacarlas del país ya que corrían un serio peligro de ser asesinadas. La mayoría ella los había traído al mundo y la gente en África y en todas partes es agradecida. Después de Ruanda estuvo un tiempo en Benin y de allí a Costa de Marfil, siempre haciendo de comadrona más que de monja, siempre aconsejando, higiene, higiene, higiene.
-
Ya mayor (las monjas no se jubilan) volvió a Catalunya y ahora está en el convento de su orden en la calle Elisabets en Barcelona donde cuida de monjas mayores que ella y colabora también con Arrels en el Raval.
De gente como ella África está llena, de personas altruistas que dedican su vida a los más desvalidos, y no les dan pescado, les enseñan a pescar, y les regalan con dedicación su vida. No suelen salir en los periódicos ni los telediarios y no tienen nombres ni apellidos. Son la oenegé a la sombra, sin publicidad ni caravanas uniformadas, si los matan o secuestran, a menudo ni se sabe, no son noticia, pero esta gente, esta buena gente si que hace y bien un trabajo loable y necesario.
-
Hace un tiempo, la tía Teresina y otra hermana celebraron sus bodas de oro como monjas. Todo el mundo se escaqueó a la hora de ir al acto y finalmente Nuri y yo hicimos acto de presencia. A priori tenía que ser un acto largo y aburrido ..., a priori. Nunca he presenciado y participado de una ceremonia con tanta intensidad y espiritualidad, con esa sensación de bienestar, de paz interior, de felicidad, como aquel día. Quizás en el rostro, en la mirada de Teresina, Reixach, mi tía está la respuesta.
1 Comentarios
me gusta esta historia,la protagonista es una verdadera lección de humildad y solidaridad, de entrega absoluta a los demás, pocos lo saben reconocer.
ResponderEliminarsaludos cordiales.