Una de las cuestiones que se han de afrontar seriamente y con todas sus consecuencias, son las ventajas y desventajas que conlleva la reincorporación de la mujer al mundo del trabajo, después de tener un hijo. Lo digo porque visto con ojos masculinos la ventaja más importante que tiene es que su colaboración económica ayuda a abonar la hipoteca, y digo ayuda porque no debemos olvidar que el sueldo de una mujer en igualdad de condiciones con un hombre es un 30% inferior, esto en pleno siglo XXI, siglo de las libertades, de las democracias y los derechos de las personas, y la mujer continúa aún a día de hoy marginada en la cuestión retributiva en igualdad de condiciones laborales.
Además entiendo que puedan ser otros y muy legítimos los motivos que llevan a una mujer casada y con hijo o hijos a seguir trabajando, aunque se me hace difícil aceptarlo, tal vez porque como he dicho antes me lo miro desde del prisma masculino. Dicho esto, lo que me gustaría cuestionar es cuando esta mujer decide ser madre, si ha de dejar el trabajo para criar a su hijo, o una vez cumplido el tiempo preceptivo, compartido o no con el padre, reintegrarse al trabajo.
Hablo de este tema desde el punto de vista masculino pero también desde el sentido común, ahora que hablamos tanto de la naturaleza y de las cosas naturales, yo creo que sí, que la madre debería dejar el trabajo y dedicarse a criar su hijo al menos los dos primeros años. El motivo es muy sencillo, porque para el bebé es muy importante el contacto diario con la madre, y como decía, ahora que se habla tanto de la naturaleza, esta es una cuestión obviamente natural. Los primeros dos años de una criatura marcan su desarrollo posterior y la única persona que puede darle todo lo que necesita de afecto y atenciones, es la madre.
El rol no lo ha establecido ningún Dios ni ley de los hombres: en la antigüedad, mientras la madre se quedaba en la cabaña cuidando del hogar y los niños, el hombre iba a cazar para proveerles de comer, quiere decir que genéticamente el niño está acostumbrado a la ausencia temporal del padre, pero no a la de la madre con quien estába todo el día. No nos engañemos ni nos dejemos llevar por modernidades, que tampoco hemos evolucionado tanto en el comportamiento, otra cosa es lo que marquen las necesidades económicas y de subsistencia de la pareja, que este es otro asunto.
Si alguna imagen rompe el corazón, yo que me levanto temprano, es ver a las seis de la mañana un padre o madre llevando un niño en brazos y en pijama, dormido y envuelto en una manta, con el juguete preferido en la mano, para dejarlo a la abuela de turno, abuela, que además de cuidar a algún abuelo mayor (o dos) además le toca cuidar de los nietos y a veces de algún hijo o hija solterones que aún deambulan por el hogar sin siquiera plantearse el hecho de independizarse, que es esta otra variedad de los okupas no contemplada por la ley.
Por todo ello me da que no tiene masas ventajas para una mujer trabajar fuera de casa, pues a parte, lo hará en su casa en llegar después de una dura jornada laboral, pues aunque más o menos el compañero pueda ayudar (que no colaborar) es como un robot al que le tiene que decir exactamente lo que debe hacer y siempre o casi con la ley del mínimo esfuerzo como aliada. Mal trabajo ser mujer, no querría serlo, aunque quizás podría ser fantástico, además, reconozco que como hombre, no estoy preparado, no se hacer tantas cosas a la vez.
Una anécdota personal: Desde que nació hasta la edad de 5 años, la madre de Anna trabajaba y Anna como la mayoria de los niños de hoy en día, la llevaba y recogía uno u otro de la familia, según se podía. Anna no se quejaba ni decía nada de esto, pero el día que su madre le dijo que había dejado el trabajo preguntó: Y estarás siempre en casa y me llevarás a la escuela y me harás la comida cada día?, y se le abrazó mientras le saltaba alguna que otra lagrimita.
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Además entiendo que puedan ser otros y muy legítimos los motivos que llevan a una mujer casada y con hijo o hijos a seguir trabajando, aunque se me hace difícil aceptarlo, tal vez porque como he dicho antes me lo miro desde del prisma masculino. Dicho esto, lo que me gustaría cuestionar es cuando esta mujer decide ser madre, si ha de dejar el trabajo para criar a su hijo, o una vez cumplido el tiempo preceptivo, compartido o no con el padre, reintegrarse al trabajo.
Hablo de este tema desde el punto de vista masculino pero también desde el sentido común, ahora que hablamos tanto de la naturaleza y de las cosas naturales, yo creo que sí, que la madre debería dejar el trabajo y dedicarse a criar su hijo al menos los dos primeros años. El motivo es muy sencillo, porque para el bebé es muy importante el contacto diario con la madre, y como decía, ahora que se habla tanto de la naturaleza, esta es una cuestión obviamente natural. Los primeros dos años de una criatura marcan su desarrollo posterior y la única persona que puede darle todo lo que necesita de afecto y atenciones, es la madre.
El rol no lo ha establecido ningún Dios ni ley de los hombres: en la antigüedad, mientras la madre se quedaba en la cabaña cuidando del hogar y los niños, el hombre iba a cazar para proveerles de comer, quiere decir que genéticamente el niño está acostumbrado a la ausencia temporal del padre, pero no a la de la madre con quien estába todo el día. No nos engañemos ni nos dejemos llevar por modernidades, que tampoco hemos evolucionado tanto en el comportamiento, otra cosa es lo que marquen las necesidades económicas y de subsistencia de la pareja, que este es otro asunto.
Si alguna imagen rompe el corazón, yo que me levanto temprano, es ver a las seis de la mañana un padre o madre llevando un niño en brazos y en pijama, dormido y envuelto en una manta, con el juguete preferido en la mano, para dejarlo a la abuela de turno, abuela, que además de cuidar a algún abuelo mayor (o dos) además le toca cuidar de los nietos y a veces de algún hijo o hija solterones que aún deambulan por el hogar sin siquiera plantearse el hecho de independizarse, que es esta otra variedad de los okupas no contemplada por la ley.
Por todo ello me da que no tiene masas ventajas para una mujer trabajar fuera de casa, pues a parte, lo hará en su casa en llegar después de una dura jornada laboral, pues aunque más o menos el compañero pueda ayudar (que no colaborar) es como un robot al que le tiene que decir exactamente lo que debe hacer y siempre o casi con la ley del mínimo esfuerzo como aliada. Mal trabajo ser mujer, no querría serlo, aunque quizás podría ser fantástico, además, reconozco que como hombre, no estoy preparado, no se hacer tantas cosas a la vez.
Una anécdota personal: Desde que nació hasta la edad de 5 años, la madre de Anna trabajaba y Anna como la mayoria de los niños de hoy en día, la llevaba y recogía uno u otro de la familia, según se podía. Anna no se quejaba ni decía nada de esto, pero el día que su madre le dijo que había dejado el trabajo preguntó: Y estarás siempre en casa y me llevarás a la escuela y me harás la comida cada día?, y se le abrazó mientras le saltaba alguna que otra lagrimita.
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Es un tema complejo. Varias de mis amigas, que mientras estudiaban en la universidad renegaban de las "marujas" que se quedaban en casa; al casarse y tener niños, decidieron dejar el trabajo o buscarse una media jornada.
ResponderEliminarA mi me gustaria combinar las dos cosas, aunque despues de ver el cambio en las otras....mmmm a ver si luego camibo de opinión y me tengo que comer mis palabras¡¡
eidentemente el tema es muy complejo, y en el fondo como sucede c on todo en la vida, CADA CUAL SE SALE DE ÉL COMO PUEDE Y CREE QUE DEBE.
ResponderEliminarCreo que criar a mis hijos, es el lujo más grande que he tenido.
ResponderEliminarMI MUJER DICE LO MISMO (TENEMOS TRES) y sólo pudo hacerlo con las dos primeras.
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