El Gobierno español está obligado por la normativa europea a disponer de una ley que regule la interrupción del embarazo y, como confirmó el pasado viernes la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, España seguirá teniendo una ley del aborto, pero modificada. A diferencia de la que está en vigor desde el 2010, que permite que la embarazada decida en las 14 primeras semanas si mantiene o no la gestación, la nueva norma será «una ley de casos», que analizará la circunstancia de cada mujer antes de autorizar o denegar un aborto. Falta por saber qué figura jurídica o médica analizará a cada gestante y qué estructura social asumirá tal función. El ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, avanzó hace una semana que la norma que prepara no considerará legal detener un embarazo cuando el feto sufre malformaciones graves, contra lo que sucede en todos los países europeos con excepción de Malta e Irlanda. La anterior ley española (1985-2010) autorizaba esos abortos hasta las 22 semanas de gestación. La actual no pone límite temporal, pero obliga a que se constituya un comité médico que supervise el caso.
La restricción anunciada por Ruiz-Gallardón dejará sin amparo jurídico el aspecto de la ley tal vez más incuestionable desde el punto de vista de los médicos y del resto de la sociedad. 
Con esta decisión los derechos de todo el mundo están en peligro, y la nueva ley significará un claro retroceso. Hace un par de años hablé de mi posición sobre el tema, a raíz de una manifestación organizada en Madrid por Monseñor Rouco Varela.en contra del aborto ...

"Con relación al aborto, a nivel personal no soy partidario de su práctica, pero no por cuestiones religiosas, y posiblemente ni siquiera éticas, simplemente no me parece bien, de la misma manera que a veces no sabes porque te gustan unas cosas y otros no, porque unas decisiones determinadas te repugnan y otras simplemente las comprendes y justificas. Y no lo digo por la letanía de los católicos intransigentes, que si es matar o asesinar un feto, y apologías demagógicas de éstas que se erogan en erigirse ellos en el bastión de un comportamiento ético que tan poco han practicado, y practican y que además nos quieren imponer. El problema del aborto tal como yo lo veo es que nadie tiene ningún derecho a interferir, ni el Estado, ni la Justicia y menos aún la Iglesia, porque es esta una decisión personal de responsabilidad absoluta de la mujer embarazada.

A pesar de cuando he dicho y como afirmaba al principio no soy partidario porqué creo que el embrión, un feto, es ya vida, pero no vida dada por Dios, vida a secas, y no me parece bien el hecho de abortar, aunque no soy yo nadie para condenarlo o criminalizarlo como hacen sobre todo los católicos, aparte que se tendrían que preocupar de los suyos, pero estos católicos quieren controlar la vida de todo el mundo e imponer su ética y moral a todo el orbe, que arreglados iríamos también si les hiciéramos caso. No son precisamente aquello que se dice un ejemplo a seguir a lo largo de su historia de más de dos mil años, porque si alguien entiende de aniquilar son ellos y cuando se han puesto, se han bien puesto.

He visto nacer a mis hijas, las tres, y el milagro de la vida, aquella menudencia que sale por un agujero angosto, que parece imposible pueda pasar y saca primero a la cabeza y poco a poco va saliendo y tarda una eternidad en arrancar el llanto, y te la dan, y lo coges como si fuera una delicada figura de porcelana y la oyes latir sobre ti, y aquella cosa menuda, arrugada, sucia todavía, roja, que ya tiene su propia entidad, y lo digo claro, fea de narices, es como un grande e inexplicable milagro que pasa a formar parte de tu vida......para siempre. Tanto que nos obsesionamos en buscar cuál es el sentido de la vida, y quizás sea éste, tener hijos, que nos dan nietos y al paso que vamos, nietos que nos darán biznietos. Nacer, reproducirse y morir, para perpetuar la especie, que pareciendo poco, mirándolo bien es mucho.

No estoy a favor del aborto, pero tampoco estoy en contra, no soy quién para juzgar ni decir que debe de hacer nadie en una cuestión tan personal e importante como esta, pues quien da la vida es quien puede decidir quitarla si le parece o es realmente una necesidad, y no deberíamos olvidar que la vida la da la mujer o la naturaleza, no Dios, y al fin y al cabo la naturaleza que nos la da, también nos la acaba quitando y no siempre en el momento más justo y oportuno."