El 26 de mayo de 2003, el vuelo UKM 4230 de UM Air se estrelló en Turquía cerca del aeropuerto de Trebisonda con 75 personas a bordo. El pasaje lo formaban 62 militares españoles, que volvían a España tras cuatro meses y medio de misión en Afganistán y Kirguizistán, todos ellos fallecieron junto a 12 tripulantes ucranianos, y un ciudadano de origen bielorruso.
Seis años más tarde se celebró el juicio. La sentencia, no por esperada cayó como un "jarro de agua fría" sobre los familiares de los 62 militares fallecidos en el accidente del Yak-42, el titular del Juzgado Central número tres de la Audiencia Nacional, Fernando Grande-Marlaska , decretó el "sobreseimiento libre" de la cúpula militar de la etapa de Federico Trillo al frente de Defensa, por considerar que no existió "responsabilidad penal relevante" en la mayor catástrofe sufrida por las Fuerzas Armadas españolas en tiempos de paz.
En el sumario abierto para investigar las múltiples irregularidades que rodearon la contratación del avión ucraniano estaban imputados hasta ahora los entonces jefe del Estado Mayor de la Defensa, almirante general Antonio Moreno Barberá; jefe del Estado Mayor Conjunto, Juan Luis Ibarreta, jefe de la División de Operaciones, contraalmirante José Antonio Martínez Sainz-Rozas, el coronel Joaquín Yáñez González y el teniente coronel Alfonso Elías Lorenzo Taboada, miembros del Grupo de Control del Contrato con la agencia NAMSA de la OTAN, y el coronel Abraham Ruiz López, representante español ante NAMSA.
El juez concluyó que la causa del accidente en el que perdieron la vida los militares que regresaban de cumplir su misión en Afganistán fue "la falta de preparación concreta de la tripulación para aterrizar en aeropuertos como el de Trabzon ( Turquía) ", así como para reaccionar" ante situaciones de riesgo ", lo que," unido a la razonable fatiga ", hizo que el piloto se desorientara y se dirigiera hacia unas montañas. "No fueron las circunstancias relativas al estado y mantenimiento de la aeronave las causas, directas ni indirectas, del siniestro", concluye.
Siempre presuntamente, Federico Trillo sabía antes del funeral que se dudaba de la identidad de los cadáveres, además maniobró para evitar que el Gobierno Turco recibiera a las familias; enterraron los cadáveres mezclados sin identificarlos, todo ello una chapuza que debería haber producido varias dimisiones o ceses y sobe todo exigir responsabilidades a los responsables del desastre.
Y no pasó nada, todo el mundo sigue en su sitio o similares y a Federico Trillo lo tenemos de embajador en Londres. Todo ello vergonzoso y con 62 militares muertos en su conciencia, y ni siquiera han sido capaces de pedir perdón, al contrario, cínicamente negaron la mayor, Trillo y los demás responsables y ahí se acabó todo, sobre todo para los 62 militares muertos inútilmente. Un daño colateral, una desgracia que no se pudo evitar que diría cínicamente Trillo.
Y dicen que hoy empieza el juicio del Prestige. Formalmente así es. Sustancialmente este juicio huele a podrido, no sólo porque parezca trucado, que también, sino porque el tiempo lo ha dejado marchitar sin posible recuperación.
Hablar ahora de juzgar el Prestige, cuando el hecho sucedió hace diez años, no sé si es para llorar o reír, pero desde luego es algo caduco, trasnochado. Y más aún cuando se juzga a tripulantes –el capitán, el primer oficial y el jefe de máquinas-- y salvo el director general de la marina mercante –hombre de paja--, quedan fuera todos los responsables políticos. Todos los que tomaron la decisión de mandar el buque mar adentro, en vez de –como todas las recomendaciones juiciosas dictaban— acercarlo a la costa, ayudando a que el infortunio fuera mucho mayor.
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Este acontecimiento parece, otra vez más, una cortina de humo para hacernos olvidar nuestras graves preocupaciones actuales. Claro que había que juzgar el caso Prestige, pero antes, mucho antes. Una justicia tardía se convierte en una injusticia por muy legal que sea. Mucho humo y poco fuego. Un sumario con cerca de 300.000 folios –¿se los habrá leído el juez?—, para nada. Porque ya se saben los resultados. Las cuatro personas juzgadas tapan a todos los responsables a los que no se han juzgado.
Si vemos quienes eran los responsables políticos hace diez años, la cosa queda clara. Hoy, han sido promovidos, políticamente, o han quedado fuera por cuestiones poco ejemplares.
Empecemos por el ministro de Medio Ambiente, que era Jaume Matas. Un personaje corrupto que ha sido condenado por sus actividades delictivas como presidente de las Islas Baleares. El entonces ministro de Fomento, Álvarez Cascos dio la desgraciada y famosa orden de enviar al buque al quinto pino lejos de la costa. Hoy este exministro ha llegado a ser Presidente de Asturias y sigue tranquilamente como líder de un partido hecho a su medida en el Principado.
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Además, recordemos a Arias Cañete, entonces ministro y hoy de nuevo en ese cometido, que minusvaloró la catástrofe y anunció a los pocos días que el desastre estaba controlado –cuando el daño aún era incipiente— y que en unos días se abrirían los caladeros de pesca (tardaron años).
Y podemos hablar del actual presidente del gobierno, que en aquellos momentos era vicepresidente y portavoz del gobierno Aznar y que asumió la coordinación de la gestión de la crisis y fue el responsable de comunicar a la opinión pública la situación real. Bueno, pues este buen hombre, hoy máximo responsable del gobierno será recordado por su explicación mentirosa y simplona cuando anuncio que del buque salían "pequeños hilillos de plastilina en estiramiento vertical".
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Fueron días en los que se demostró la valía de ese gobierno Aznar. Rajoy y sus hilillos, por otra parte Trillo, ministro de Defensa en aquellos tiempos, comentó que se había estudiado bombardear el barco, Fraga quiso rememorar su baño en Palomares y se ofreció a repetirlo en Muxia. El actual director general de la Guardia Civil, Fernández de la Mesa, por entonces delegado del gobierno en Galicia, dijo que probablemente el fuel no tocaría la costa gallega o que el carburante se hundiría en el fondo del mar y se convertiría en adoquín. No me dirán que si no fuera por las graves consecuencias que tuvo, no era para que fuera una historia propia de El Jueves.
Bueno pues ni Rajoy, ni Arias Cañete, ni Matas, ni Álvarez Cascos, ni ningún otro miembro de aquel gobierno irresponsable ha sido imputado y me temo que no comparecerán ni como testigos, lo que hace que este juicio se parezca más a un circo que a un acto de la Justicia.
Y ahora pues, qué? Nada, todo sobreseido, el capitán de 77 años es quién se comerá el marrón y el resto de rositas. Esta es la probidad y transparente justicia del Partido Popular. ¡Manda güevos!
parte de la información la he sacado de aquí
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