José Maria Aznar, Pedro J.Ramírez, Federico Jiménez Losantos, Acebes, el arzobispo de Madrid, Rouco Varela y algún otro miserable más, son los agitadores principales de una teoría que ya prácticamente no tiene seguidores en España, salvo algún radical del su talante. Es la teoría de la conspiración, la que defiende que los atentados del 11 -M no fueron planificados y perpetrados por el terrorismo yihadista, sino que fue una conjunción de etarras, socialistas y policías traidores.
Nunca se ha visto nada igual en un país democrático, que diez años después haya gente que siga instalada en esta paranoia (aún esta mañana Aznar en la COPE ) con la que destrozaron sin miramientos la vida de mucha gente: el comisario de Vallecas la mujer del cual se suicidó, el juez del Olmo que enfermó y tuvo que dejar la carrera judicial, una de las fiscales, o la madre de una víctima a la que han atacado sin miramientos durante estos diez años, Pilar Manjón. El odio y las gravísimas acusaciones lanzadas por la cadena Cope y El Mundo destrozaron la vida de mucha gente y, a día de hoy, siguen sin pedir perdón.
No han pedido perdón, no reconocerán que mintieron, intoxicaron y falsearon la verdad para defender sus miserables intereses, ni lo harán. Les importa un bledo todo el mal que han hecho. Aznar, llamó a los principales diarios del país dos veces el día 11 de Marzo de 2004 para insistir en que había sido ETA y que tuviesen cuidadode publicar otra información, cuando ya sabía ( a las 12 de la mañana ya lo sabían ), que no había sido el atentado obra de ETA.
Lo que no entiendo es como la mayoría de rotativos le hicieron caso y se plegaron a su versión de los hechos. No se vosotros, pero yo, a las nueve de la mañana tenía claro que no había sido ETA, no podía haber sido ETA, en primer lugar por la sencilla razón de que este no era su modus operandi, y el terrorismo como la mafia tiene sus normas y su manera de operar, además de que ETA sabía o tenia que saber que de haber cometido este atentado, era su sentencia de muerte como organización, aunque de hecho y en cierto modo el atentado les condenó a su desaparición también; alguien, en este caso los yihadistas, les demostraron cómo se hacía eso de atentar al por mayor.