Cioràn, una vez aceptado el hecho inevitable de haber nacido, aun siendo totalmente ajeno a él, quizás tenía que haber titulado uno de sus libros como “de la inconveniencia de haber vivido”, oués el hecho de nacer en sí no es más que un accidente inevitable una vez se ha producido, pero el hecho de haber vivido sí que es responsabilidad de uno mismo, desde el primero al último acto y desde el momento en que tienes estado de conciencia.
Curioso que él, considerado por muchos el apologista del suicidio, acabara el viaje a los 84 años a París y de muerte natural. Debe ser la contradicción de la que hablaba antes. De hecho, no ha sido ni más ni menos contradictorio que cualquiera de nosotros, simplemente, él era consciente. Y si Cioràn nos culpa a los humanos de traer hijos al mundo (al fin y al cabo, lo hace cualquier animal con una naturalidad absoluta y por una simple cuestión genética de supervivencia de la especie) es porque sabe que es más importante de lo que pueda parecer en principio, pués desgraciadamente, la mayoría de los bebés, vienen al mundo sin las debidas garantías, a pesar de que en muchos casos me da la sensación que es pura reproducción, aunque hay que tener en cuenta que con la conciencia de aumentar el número de bebés sabiendo que la miseria hará una selección natural, que de hecho, es en cierta manera un comportamiento puramente genético para perpetuar la especie, como el de los animales, que es lo que nos guste o no y en gran manera, somos.