Nadie no puede aclarar el origen del pan con tomate, comenta el fotógrafo Barcelonés Leopoldo Pomés en un ameno e instructivo libro: Teoría y Práctica del pan con tomate, que me compré ayer domingo en los encantes de la Plaza del Mercado. Piensa Pomés, que el entrañable o cotidiano pan con tomate ha estado aquí toda la vida, porque ha ido ligado a nosotros, los catalanes de una forma natural, a través de nuestra infancia.
Parece obvio que el pan con tomate como mucho tiene unos quinientos años y yo osaría afirmar que mucho menos, tal vez unos cien o ciento cincuenta, al comenzar la sociedad industrial a finales del siglo XIX, hay que tener en cuenta que el tomate lo trajo Colon de América, ello quiere decir que como mucho el pan con tomate debería comenzar en 1500, pero su origen se podría situar por lógica sobre el 18508/1900 aproximadamente.
El motivo parece lógico, antes, la gente, que muchos de ellos vivían en el campo, iban un dia a la setmana a mercado a comprar el pan para toda la semana, eran panes de dos kilos que se iban cortando rebanada tras rebanada, nada de hacerlo a máquina, y claro el pan se secaba y restregándole un tomate con un poco de sal y mucho aceite era más comestible; la duda aquí sería si se debe untar el tomate por los dos lados o sólo por uno, si se me pregunta a mí, diría que depende, si el pan está seco debe untar por las dos bandas y si está bien con una es suficiente.

También es cierto que el pan actual es mucho mejor y variado que el de antes, tarda más en secarse y es mucho más sabroso y quizás no sería necesario untarlo con tomate, pero es ya una costumbre, una rutina, salvo si se usa para comer o acompañar el jamón de bellota, que entonces es un crimen, debe ser pan con aceite, nada de tomate que le quita todo el sabor al jamón.


Tampoco tengo tan claro que el origen del pan con tomate sea catalán, podría perfectamente ser de la huerta murciana, o de Valencia, no hay documentación que yo haya encontrado que avale una opción u otra, lo que sucede es que aquí ha acabado arraigando más que en otros lugares.

Yo había creído siempre en la encuesta Papus, que es la que se hace en la barra de un bar entre tres o cuatro personas - no más -, y que no falla nunca. A partir de ahora, creeré también en la encuesta Pomés: En una encuesta-investigación sobre 833.422 ancianos de nuestro país, 833.420 manifestaban haber comido pan con tomate, uno decía que no y el otro no lo conocía, mientras que sólo 3 habían comido: ensalada tibia de hígado de muelle al vapor de acederas perfumadas a la patata nueva sin almidón.

Lo que no dice Pomés en su libro, tal vez por qué todavía es pronto y no toca, es que el pan con tomate es o será en un futuro, el responsable de la baja calidad del semen de los catalanes, avisados ​​estáis, aunque el texto lo tendréis que traducir pues es muy largo.