ASÍ ACABA EL UNIVERSO


Cuando terminan de pronunciar los miles de millones de nombres posibles de todos los seres, con dioses cansados, con guerreros irrefrenables enfrascados y comprometidos sin sombra de duda en el desarrollo e iluminación del todo y de todos; con momentos llenos de magia, seres mitológicos, sueños, con la conjunción de todos los deseos, agresiones e ignorancias en un sólo instante, con el descenso de la luz de la comprensión y conocimiento profundo en las conciencias de todos los seres, con el giro espiral de los tiempos en una entropía refleja que nunca cesa de manifestar la inexistencia de las dimensiones, con suicidios colectivos, orgías, plagas, locura y muerte infinita que se repiten sin nunca acabar.

Así es como acaba el universo que nunca acaba, pues el principio era el final. El propósito desesperanzador del viaje de la realidad a través de la intensificación de toda manifestación mental es la realización de la insustancialidad e inexistencia del tránsito.

Dicho de otro modo: la claridad y simpleza de estas sentencias no contribuye a la demora de la lectura, todos los textos comentan y presuponen una compleja historia del futuro del universo, de la expansión imposible de lo humano y las manifestaciones de su inteligencia por el cosmos, hasta la realización de esto: que siempre estuvieron ahí.

¿Cuál era el principio, cuál era el fin? ¿Espiral, circular, lineal, no pitagórica, cuál determinación de la forma del vacío arquitectura la imagen de un fractal constituido de
galaxias?

Todas las nubes de nombres, todas las cosas posibles con su materialidad infinita, podrían desaparecer como si nunca hubieran estado.


“Así acaba el universo”, de Ramón Oyarzún
en Grado cero, Dscntxt Editores, 2014+
del blog DESCONTEXTO.

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