La obediencia es la muerte. Cada instante en que el hombre se somete a una voluntad extraña es un instante arrancado a su propia vida.

Cuando el individuo se ve obligado a efectuar un pacto contrario a su deseo o se ve impedido para actuar de acuerdo con su necesidad, deja de vivir su propia vida y, mientras que el que manda aumenta su poder vital gracias a la fuerza de los que se le someten, aquel que obedece se aniquila, se ve absorbido por una personalidad extraña; ya no es más que fuerza mecánica, herramienta al servicio del amo.

Cuando se trata de la autoridad ejercida por un hombre sobre otros hombres, por un soberano déspota sobre sus súbditos, por un patrón sobre sus obreros, por un señor sobre sus criados, enseguida se comprende que esta personalidad emplea la vida de quienes se le someten para dar satisfacción a sus placeres, a sus necesidades o a sus intereses: o sea, para el embellecimiento y la ampliación de su propia vida en prejuicio de la de los demás.

De la obediencia - Alexandra David-Neel - del blog arrezafe

interesante el comentario que ha dejado Piedra: 

"Todo eso forma parte del pasado y está superado. Ahora el individuo no es forzado, es engañado para que actúe de la forma que el amo o el sistema desea que lo haga, pero de forma que parezca que ha sido una elección personal y libre, ¡es extraordinario! somos esclavos felices de poderlo ser y luchamos por que nos permitan seguir siéndolo."