"Las fosas comunes de la dictadura fascista española son abiertas por orden de una jueza argentina, y un ex-jerarca del régimen buscado por Interpol habla de canciones en la tele".

El magnífico documental de TV3 La cançó censurada nos mostrará un exjerarca de la dictadura franquista, Rodolfo Martín Villa -con una orden de detención de la Interpol que el Estado español se niega a ejecutarse hablando tranquilamente a cámara de canciones y cantautores censurados.
Pocas horas antes, en Guadalajara, una anciana de 90 años, Ascensión Mendieta, asistía emocionada a la exhumación de los restos de su padre, Timoteo, enterradas en una fosa común junto a otros cientos de republicanos asesinados por el terrorismo de Estado en las inmediaciones del cementerio de la ciudad.
Dos detalles que vuelven a poner de manifiesto que la democracia, en España, está en la cuneta, como tantas fosas comunes aún por identificar y abrir. La española es una democracia de cartón piedra, sin división de poderes y con el poder concentrado casi en las mismas familias desde el triunfo del fascismo. La apertura de la fosa de Guadalajara ha sido a instancias de una jueza argentina, que investiga unos crímenes contra la humanidad que España se niega a aclarar.
Lo que acaba de definir el cuadro, es que las muestras de ADN de los restos exhumados deberán enviarse a la Argentina, que las identificará gratuitamente, porque España se niega a hacerse cargo del coste, aproximadamente 600 euros por cuerpo. Vergonzoso.
Cada vez se ve más claro que la tan alabada Transición fue una transacción con la dictadura para asegurar la impunidad de los responsables del régimen y para mantener los privilegios obtenidos mediante el terror, el expolio y la represión. 40 años después, aún les tenemos que ver sonrientes por la tele, mientras los cuerpos y las almas de tantos abuelos y abuelas todavía esperan en las cunetas una reparación de justicia.



Germà Capdevila, 
naciodigital.cat