En principio, el cínico, es aquel que dice las verdades inoportunas: las verdades que todo el mundo sabe y que todo el mundo coincide en silenciar. Él las propala y subraya con una deliberación insidiosa. Denuncia hechos, ideas o sentimientos superficialmente deplorados, evidencias que molestan, realidades mal aguantadas. Son, en el fondo, las cosas de siempre, las cosas tal como son, y que solemos ocultar con eufemismos o con fraudes.
Toda sociedad se mantiene en equilibrio - equilibrio más o menos estable - gracias a una red de convenciones, y de convencionalismos, interesados ​​y cautelosos, sin los cuales la vida en común no se podría soportar. Hay un mínimo de hipocresía, de prudente hipocresía, para que marche bien el mecanismo de las relaciones humanas: el respeto y la tolerancia mutuos exigen una base de simulación, incluso, de impostura, que elimine el riesgo del canibalismo moral. La absoluta franqueza, metódica, decidida, no sería más que eso, canibalismo moral.

JOAN FUSTER
Indagaciones posibles.