Y es que sólo la música nos puede salvar de la estulticia, el caos, y también de la memoria del olvido. Fuera de la música todo, incluso la soledad y el aburrimiento, es mentira. Son justamente ambos conceptos, pero mejorados. No hay pues ninguna otra esperanza, y ni siquiera sé si hay que aferrarse o recurrir a Bach, Mozart o Beethoven, o simplemente a escuchar a este hombre que padece Alzheimer y no conoce ni a su propio hijo, pero que en la que suena la música, recuerda perfectamente las letras y las canta así de bien como crooner que había sido de joven.



Todo hombre tiene en potencia un poco de angélico, aunque no sea más que por la pena de no tener semejante pureza y por la aspiración a una serenidad eterna. La música nos despierta el todo y no ser lo que deberíamos ser, y su magia nos cautiva por un instante trasportandonos a nuestro mundo ideal, el mundo en que habríamos tenido que vivir. Tras el conflicto demencial de tu ser, emprender un anhelo de pureza angelical, que nos hace esperar alcanzar un sueño de trascendencia y serenidad, lejos del mundo, flotando en un vuelo cósmico, con las alas extendidas hacia vastas lejanías. Y me dan ganas de tragarme el cielo que a mí no se me han abierto nunca ... em.cioran