Que el Gobierno ha mentido en el asunto del dimitido ministro Soria me parece que ya no lo duda nadie, ni el comisario Marhuenda. En privado son muchos los dirigentes del PP que se lamentan de lo mal que se ha gestionado el escándalo que suponía enviar a Soria medio a escondidas al Banco Mundial con su turbio pasado panameño, en medio de una votación del Congreso, alegando que se acababa el plazo legal y vendiendo que es un funcionario muy preparado. Encima tenemos que aguantar que la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, - la repelenta niña Vicenta - nos pida que seamos agradecidos con su renuncia: «Ha tomado una decisión por el bien de su Gobierno y se valorará». Soraya se cachondea de nosotros, estas palabras son una tomadura de pelo, porque ya todo el mundo sabe que le hicieron renunciar por el cabreo generalizado del personal, bastantes de los suyos incluidos y no por un ataque de generosidad patriótica.

De Guindos a quien ahora quieren cargar el muerto del trasunto del asunto, y los del Gobierno han mentido a los ciudadanos. Quizás es porque cuando hablan ya ni siquiera nos ven ni cuentan con nosotros para nada, y creen que les resulta fácil engañarnos. Claman y se mal excusan al vacío, no hay nadie al otro lado, tal vez por qué la distancia entre sus reiteradas mentiras y los ciudadanos es cada vez mayor, porque nos da igual, quizás porque sabemos que estas mentiras, como sus robos terminan en nada, las consecuencias son inexistentes, porque nos molesta que nos mientan y nos roben pero de hecho continuamos o continúan tolerándoles visto que no les afecta demasiado a la hora de las elecciones. Ya dice más de uno ante la tercera convocatoria de elecciones, que otro escándalo de corrupción más y en diciembre mayoría absoluta para Don Tancredo. País!