INDITEX, O LAS REGLAS DEL JUEGO


Es difícil hablar del tema sin caer en demagogia barata, pero la realidad es que resulta que vivimos en un mundo complejo en el que uno puede estar sentado en el sofá, alabando las maravillas del programa de Jordi Évole en Salvados, sin saber que los vaqueros que lleva puestos en este mismo momento pueden haber sido hechos por uno los migrantes salvados por el Astral. Que los pantalones en cuestión pueden haber pasado por un taller de Estambul donde los trabajadores, algunos ilegales, cobran un euro a la hora. Acaso lo confeccionó este tipo que no puede evitar romper en lágrimas cuando, en pleno Mediterráneo, un cooperante le dice por megáfono "Welcome to Europe".

Dicen en Inditex que ellos realizan continuas inspecciones a sus proveedores, también a los turcos. Que hacen lo que pueden, aseguran, pero que no hay manera de estar en todo. Que nuestra demanda de pantalones, faldas, vestidos, camisas y camisetas baratas es tan enorme que tenemos a la industria asfixiada de trabajo. Y claro, al final se les cuelan dos o tres empresas díscolas, de esas que explotan personas, refugiados incluidos, niños incluidos. Pero la esclavitud, sostienen ellos, la ejerce quien sostiene el látigo, no quien lo financia. El mismo o similar dicen también las otras marcas en las que la BBC ha sacado los colores para este mismo tema: Mango, Marks&Spencer, Next y Ases.

Y es cierto, al menos Inditex vigila mucho este aspecto, y Amancio Ortega ha erigido el imperio de Inditex, golpe a golpe, verso a verso, a base de trabajo, esfuerzo e imaginación, lo que molesta mucho en este país, y a los ciudadanos imagino que Amancio Ortega les diría que compren la pieza que compren de la marca que sea, habrá sido fabricada en las mismas circunstancias que las de su grupo, aunque quizás con menos control, y no es cierto que a los ciudadanos no les importe esta supuesta explotación de mano de obra barata, simplemente la consideran normal. Alguien diría que mejor un euro a la hora que nada, peor están en las maquilas de Mèxico, si no son explotados por estas empresas lo serán por otras o por su propio Gobierno.

Tampoco podemos comprar móviles, portátiles, teles ni nada donde entre el coltán. Ni nada fabricado en China, y no habría que olvidar las condiciones de los trabajadores en Qatar, donde habiendo muerto casi 1.500, acaban de reconocer el primer muerto de accidente laboral.

No podemos darnos la culpa de todo y no estoy de acuerdo en la demagogia de castigar las marcas que sabemos que anteponen su beneficio económico al social, más que nada por que estas son las reglas del juego del capitalismo. Dejar de comprar sus productos durante un tiempo y recordar a los que siguen haciéndolo que estos vaqueros, estas camisas representan lo peor de nuestro sistema es inútil. Intentar, en la medida de nuestras posibilidades, que el consumo adquiera la dimensión ética que merece, es también inútil por más esfuerzos que se dediquen, simplemente porque no podríamos comprar nada, y encima este obrero sirio en Turquía no cobraría ni este euro a la hora.

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