Decía Edmon Jabes que no es la pregunta sino la respuesta la que incendia el edificio, y así es. Cuando se pregunta a la gente si es racista, la gran mayoría contesta que no lo es, sabiendo que mienten, o posiblemente no son conscientes de que lo son, pero lo dicen, y - reconozcámoslo - todos somos racistas, todo lo que nos es desconocido produce en nosotros una sensación de desconcierto y miedo, y es por eso que somos racistas, se trata tan sólo de procurar no ejercer y tratar de comprender al otro. El otro, (no hay que olvidarlo) somos nosotros para el desconocido.

Ni buenismo, ni racismo, todo es mucho más sencillo: hay que tratar de comprender al otro, al que hay que pedir el mismo esfuerzo de comprensión hacia nosotros. Las reglas del juego están establecidas, basta con cumplirlas y deben ser iguales para todos, los de aquí y los recién llegados.