El 12 de marzo de 1956 tenía lugar una de las desapariciones más misteriosas de la historia contemporánea de nuestro país. Ese día, el español Jesús de Galíndez -profesor de la Universidad de Columbia y delegado del PNV en el Gobierno Vasco del exilio- desapareció de su residencia en Nueva York (EE UU) sin dejar rastro.
El hecho quizá no hubiera tenido mayor trascendencia de no ser porque Galíndez trabajaba para la Federación de Sociedades y había ayudado con anterioridad a la CIA y al FBI en su lucha contra los nazis, primero, y contra el franquismo, después. De la investigación se encargó el FBI, que sin embargo jamás logró dar con el paradero de Galíndez, declarándole legalmente fallecido el 30 de agosto de 1963. Sin embargo, los investigadores dieron con una buena pista que les llevó hasta el entonces dictador de la República Dominicana, Rafael Leónidas Trujillo.


Sabido era que Galíndez había residido durante unos años en ese país, donde ejerció como profesor de Derecho y como destacado activista contra la dictadura. De hecho, estaba a punto de publicar una tesis doctoral titulada La era de Trujillo: un estudio casuístico de dictadura hispanoamericana. En sus 700 páginas se denunciaba el régimen del dictador dominicano y, lo más desestabilizador, se ponía de manifiesto que su hijo Ramfis no era biológico.
Según el FBI, Trujillo ordenó su secuestro y posterior asesinato para que esta investigación no saliera a la luz. Sin embargo, los cientos de interrogatorios efectuados nunca pudieron demostrar con datos la participación directa del dictador. Como se puede ver, en la vida real no siempre ganan los buenos, la impunidad campa a sus anchas por todo el planeta, en 1956 y en 2016.