LOS 669 HIJOS DE NICHOLAS WINTON


Nicholas Winton fue un humanista y militar británico, conocido por haber salvado 669 niños judíos de la muerte a manos de la Alemania nazi justo antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial en 1939. Utilizando su influencia fue capaz de organizar una operación conocida como Kindertransport (transporte de niños) que consiguió transportar un grupo de niños desde la Checoslovaquia ocupada por los nazis hasta hogares de acogida en el Reino Unido. Después de la guerra no explicó los hechos a nadie y sólo se descubrieron cuando su mujer encontró accidentalmente, en 1988, unas notas que guardaba en el ático con el registro de los niños y las familias de acogida.

A raíz del descubrimiento de la historia, la prensa británica le dio el apodo de Schindler británico y recibió varios reconocimientos. En 2008 fue propuesto como Premio Nobel de la Paz por el gobierno checo y en 2010 el gobierno del Reino Unido le concedió la medalla de Héroe Británico del Holocausto. En 2014 el presidente checo Miloš Zeman le otorgó la Orden del León Blanco, el galardón más importante de la República Checa.

Sus últimos años residió en Maidenhead, una pequeña localidad situada al sur de Gran Bretaña. Siempre llevaba un anillo que le regalaron algunos de los niños a los que salvó, con la siguiente inscripción: «Salva una vida, salva al mundo».

Hijo de inmigrantes alemanes de origen judío, su infancia y adolescencia transcurrieron de manera muy segura y tranquila, tal como correspondía a un joven inglés de familia acomodada de principios de siglo.

En 1931, una vez finalizados sus estudios, entró a trabajar como agente de bolsa en su ciudad natal. En diciembre de 1938 tenía previsto pasar unos días de vacaciones esquiando en Suiza cuando recibió una llamada telefónica de su amigo Martin Blake en la que éste le pedía que cancelara todos los planes que tuviera para aquellos días y se dirigiera a Praga. «Tengo una propuesta muy interesante para ti. No te molestes en llevar tus esquís », le dijo Blake. Al llegar a Praga, Blake le preguntó si quería ayudarle y trabajar temporalmente en los campos de refugiados de la zona, donde miles de seres humanos, muchos de los cuales eran niños de origen hebreo, malvivían en condiciones infrahumanas. La visión del drama lo marcó profundamente y decidió montar una oficina improvisada en la habitación del hotel donde se alojaba y comenzó a elaborar un plan para sacar del país a tantos niños judíos como fuera posible para llevarlos a otros estados y salvar sus vidas.

El rescate de los niños checos

En poco tiempo, la comunidad hebrea de la capital checa se hizo eco de la presencia de Winton en la ciudad y del motivo que le impulsaba a seguir allí. Cientos de familias fueron a visitar para intentar persuadirle de que incluyera a sus hijos en la lista de los niños que intentaría salvar. La avalancha de solicitudes provocó que se viera obligado a abrir una nueva oficina en la calle de Vorsilska para poder atender a tanta gente como fuera posible. Su amigo Trevor Chadwick se ocupó personalmente de este despacho. En pocos días centenares de familias habían ido a pedir ayuda para salvar a sus hijos.

Consciente de la magnitud del problema que tenía ante sí, contactó con los embajadores de las naciones que consideraba que podrían hacerse cargo de los niños, pero sólo el gobierno sueco accedió a ocuparse de un grupo de niños. Por su parte, Gran Bretaña prometió aceptar los que fueran menores de 18 años, pero sólo si antes había familias dispuestas a acogerlos y que, además, deberían comprometerse a pagar a cuenta un depósito de 50 libras por cada niño, para sufragar su futura vuelta a casa.

Finalmente Winton tuvo que volver a Londres para reincorporarse a su puesto de trabajo. Su regreso no le impidió continuar apuntalando su plan de rescate. Así, creó una organización que bautizó con el nombre de "El Comité Británico para los Refugiados de Checoslovaquia, Sección para Niños", que al principio sólo contaba con él mismo, su madre, su secretaria y varios voluntarios.

Una vez creado el Comité, Winton tuvo que hacer frente a un gran problema: conseguir la financiación necesaria para pagar los costes del viaje en tren de los niños desde Checoslovaquia hasta el país de acogida y encontrar personas que aceptaran hacerse cargo de estos chicos y pagar las 50 libras que reclamaba el gobierno. Winton empezó a publicar anuncios en los diarios británicos, en las iglesias y en las sinagogas pidiendo ayuda. La respuesta de los londinenses fue entusiasta. En unas semanas, cientos de familias aceptaron acoger a los niños y aportaron el dinero necesario como para iniciar los transportes desde Checoslovaquia hasta la capital inglesa.

El primero de ellos se efectuó el 14 de marzo de 1939 en avión. En los siguientes meses se organizaron siete transportes, todos por tren. El último tuvo lugar el 2 de agosto. Los ferrocarriles tenían como destino la estación de Liverpool Street, en Londres, donde esperaban a los niños las familias de acogida. El octavo tren tenía que salir de Praga el 1 de septiembre de 1939 y debían viajar otros 250 niños, pero ese mismo día Alemania invadió Polonia y cerró sus fronteras. El transporte, literalmente, desapareció. 
Ninguno de los menores volvió a ser visto nunca más. Fueron 250 víctimas que se sumaron a los más de 15.000 niños que murieron asesinados en Checoslovaquia durante la Segunda Guerra Mundial. El descubrimiento de la historia y la popularidad En total Winton rescató 669 niños judíos. Su hazaña, que hubiera merecido múltiples condecoraciones y actos de homenaje, sin embargo, quedó en el olvido durante 50 años, ya que prefirió mantener los hechos en secreto. No fue hasta 1988 cuando su mujer encontró un viejo maletín de cuero escondido en el desván de su casa y, revolviendo entre los papeles que contenía, se topó con las fotos de 669 niños, una lista con el nombre de todos ellos y algunas cartas de sus padres. 
Tal descubrimiento provocó que Winton no tuviera más remedio que explicarle a su mujer lo que había pasado décadas atrás. Sorpresa por la historia que le acababa de explicar su marido, Greta se puso en contacto con Elisabeth Maxwell, una historiadora especializada en el holocausto y mujer del magnate de la comunicación Robert Maxwell, propietario de periódicos como el Daily Mirror y el Sunday Mirror. Maxwell, de raíces checas, quedó tan impresionado por la hazaña de Winton que decidió publicar la historia en sus diarios. Poco después, la BBC se hizo eco de los hechos que se habían convertido en medio siglo antes y los hechos se precipitaron. 
En unos días pasó de ser un personaje anónimo a convertirse en un héroe nacional, tanto en su país como en la antigua Checoslovaquia. Así, en 1993 la reina Isabel II le nombró Miembro de la Orden del Imperio Británico; años más tarde, el 31 de diciembre de 2002, el condecoró con el título de Caballero por sus servicios a la Humanidad. 
También ostentaba el título de Liberador de la Ciudad de Praga y la Orden de TG Marsaryk, que recibió de manos de Vaclav Havel el 28 de octubre de 1998. El 9 de octubre de 2007 recibió la máxima condecoración militar checa, la Cruz de la Clase, en una ceremonia en la que el embajador checo mostró su apoyo público a una iniciativa impulsada por estudiantes del país que contaba ya con más de 32.000 firmas y en la que se pedía que le otorgaran el Premio Nobel de la Paz. La historia de Nicholas Winton ha servido de inspiración para la realización de dos filmes: All my loved ones, dirigida por el realizador checo Matej Mináč, y Nicholas Winton: The power of Good, un documental que ganó un Emmy en 2002. fuente: wikipedia.

 

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