Así estaba el Mediterráneo cuando yo era pequeño y ya de adolescente, ibas a la playa en Castelldefels y las plantas de los pies te quedaban llenas de galletas de alquitrán, un alquitrán que venía de los petroleros que limpiaban impunemente sus depósitos en alta mar. Volví a ver estas galletas de petróleo en Túnez, en Hammamet. Ahora ya no hay en Castelldefels, en Hammameth no lo sé, pero me temo que todavía deben haber. En aquellos tiempos en que íbamos a la playa y el flotador era una goma de neumático de camión, y comenzaban a verse los primeros y escandalosos bikinis para la moral de la época, no teníamos este mar nuestro como foso de los sueños de los inmigrantes que de Algeciras a Estambul intentado atravesarla se han quedado por el camino de este cementerio de los sueños rotos de muchos de ellos que es el Mediterráneo actual. Éramos nosotros los que emigrábamos interior o exteriormente, aunque parece lo hemos olvidado.

Lo dice Emma Riverola: Sí, nací en el Mediterráneo y, cuando venga la parca, entierrenme sin duelo, entre la playa y el cielo. Pero que llegue porque mi vida ya se gastó, y que mi cuerpo se pierda donde sea mi voluntad, no donde quieran la desidia, la crueldad y el egoísmo de aquellos que no saben de poesía ni de amores ni de sueños. Porque yo ... Porque Amina, Lamia, Raissa, Aylan, Samuel, Jaled y tantos, tantos miles, nunca deberían haber muerto ahogados aquella noche. Ni sus sueños adolescentes. Ni sus amores. Ni sus hijos. Sus hijos, nunca.

#VOLEMACOLLIR - PALAU SANT JORDI (BCN) - 11-02-2017