Miguel Gila podría haber cumplido ayer 98 años. Uno de los mayores cómicos de la historia del humor en español, había nacido en el distrito de Tetuán de Madrid en 1919. Militante de las Juventudes Socialistas, fue fusilado (mal, decía él) en la Guerra Civil, una de las experiencias que, junto a la orfandad, el hambre y la cárcel, convirtió en combustible para sus inteligentes e hilarantes viñetas en La Codorniz o Hermano Lobo y sus inolvidables monólogos.


Gila, huérfano de padre, se crió con sus abuelos en el barrio de Chamberí. Debido a las dificultades económicas en su hogar, abandonó los estudios a los 13 años. Al estallar la Guerra Civil, como militante de las Juventudes Socialistas Unificadas se se alistó como voluntario en julio de 1936 en el Quinto Regimiento de Líster. 

En el Viso de los Pedroches (Córdoba) fue puesto frente a un pelotón de ejecución y logró salvar la vida. El fusilamiento se produjo al anochecer de un día lluvioso y los integrantes del piquete estaban borrachos, por lo que no le acertaron al disparar. Pasó después por la cárcel de Yeserías, desde donde llevaban a los reclusos a construir la de Carabanchel. Estuvo preso luego en Torrijos, donde coincidió con el poeta Miguel Hernández. Empezó su trabajo como humorista gráfico en un revista universitaria salmantina llamada, Trabajos y días. Más tarde publicó en La Codorniz y en Hermano Lobo. - publico.com