DE LA POLICÍA VIRTUAL


Con el tiempo, la policía se modifica. Menos visible en tanto que se hace más científica, técnica, la policía se concentra en el desciframiento de las huellas que siempre dejan los actos delictivos. Nuestra civilización se hunde bajo las cámaras de vídeo instaladas en los cruces de las ciudades, en los sitios especialmente protegidos -estadios, embajadas, cajeros, bancos, etc. Dejamos huellas numéricas por todas partes, informáticas, electrónicas: utilizando una tarjeta de crédito, al echar mano de un teléfono móvil o fijo, navegando en Internet, visitando páginas webs, transmitiendo información por la red telefónica, no podemos hablar, movernos, pagar, sacar dinero, sin ser registrados, y por tanto, controlables y controlados.
La antigua policía que manejaba el látigo, da paso a una nueva policía que interpreta la estela numérica y electrónica que cada uno deja tras de sí. Las sociedades son menos disciplinarias que sociedades de control. El gran ojo del Big Brother, que ve todo e instala nuestra existencia de manera permanente bajo la mirada de representantes y funcionarios de una autoridad a la que nada escapa, realiza el panóptico de forma plena. Por un lado, la policía clásica se encasilla en tareas ingratas que la exponen a la mala reputación; por otro, la policía científica se beneficia más bien de un alto capital de confianza y de respeto por parte de la población...
El peligro de la policía del futuro es que se convierta en un instrumento en manos de poderes políticos poco escrupulosos. Los Estados que aspiran a dominar el planeta comienzan a controlar la circulación de información, ya sea asegurando que los grandes medios pertenezcan a sus amigos políticos poco susceptibles de entorpecer su proyecto de imperio planetario, ya sea interceptando los detalles de la vida privada de la mayoría para constituir fichas policiales eficaces. De ahí el miedo a un dominio de las ondas de comunicación por parte de una potencia secreta, comercial y mafiosa, decidida a conocer los hábitos de los individuos fichados en función, por ejemplo, de su comportamiento informático y telefónico.
La policía ya no opera allí donde lo creemos. Invisible, eficaz, se convierte en la inmensa memoria de intimidades hasta entonces preservadas. La aparente desaparición de la disciplina corresponde al aumento del control. Desconfiad menos de los policías que patrullan en la calle que de sus colegas, que, en los despachos en los que escuchan, vigilan e interceptan, almacenan información acerca de vosotros para el servicio de información general —esa parte de la policía que dispone de un fichero sobre cada uno de vosotros en el que son consignados vuestros más pequeños hechos y gestos. Temed más bien a la policía invisible. Cuanto menos la veis, más os ve ella. - antimanual de filosofía - Michel Onfray 

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