Los patinetes eléctricos están de moda. La ciudad se ha llenado sobre todo en los últimos meses de este tipo de vehículos muy útiles para trayectos cortos pero muy peligrosos también tanto para el propio conductor como para los peatones si no se cumplen las normas de circulación. La elevada velocidad que pueden alcanzar este tipo de artilugios poco tiene que envidiar a las bicicletas, de ahí que se pide a los ayuntamientos que establezcan una reglamentación muy bien detallada para que los usuarios no tengan excusa. Hay que tener en cuenta que los usuarios de estos patinetes, de pie o sentados, van a más de 30 por hora, por la acera, por la calzada o en dirección contraria que en esto se han injertado de los ciclistas. El pasado lunes un maestro que conozco que iba a la escuela con un patinete de estos casi me atropella porque iba contra dirección, y digo casi porque me lo encontré encima e inconscientemente lo empujé, y aún me echó la bronca. Por cierto, ya he visto a un par de madres que llevan al hijo a la escuela con el patinete, lo cual es aún más peligroso.
De hecho, la única normativa que puede legislar el ayuntamiento, es prohibir los patinetes eléctricos, o que se atenga a las consecuencias, de momento en Sabadell ya tenemos una víctima mortal, una mujer de 39 años, pero la cifra aumentará rápidamente, máxime si como me temo, la estrella de esta Navidad/Reyes serán los patinetes eléctricos para los niños, y aquí si que tenemos un problema.
Sorprende que en esta sociedad tan sobreprotectora, recuerdo que se decía que el patinete convencional de tracción animal, hacía que una de las piernas de los niños fuera más fuerte que la otra, cuando de hecho era un ejercicio físico, como lo es pedalear en la bicicleta, pero estos cachivaches como el patinete o los segway lo que hacen a parte de su peligro, es propiciar la indigencia física. El patinete eléctrico es un peligro, y sino al tiempo.