Acabaremos acostumbrándonos a estas expresiones de apariencia inofensiva con las que nos adoctrinan día si día también. Dicen reajuste de plantilla de los despidos, o movilidad exterior a los que se ven obligados a emigrar, incursión aérea con bombas inteligentes, que es una forma para no decir bombardeos indiscriminados contra civiles, o el colmo de los colmos, crecimiento negativo, expresión que nuestras autoridades económicas utilizaron ampliamente para comunicarnos que en realidad la economía española estaba en crisis, sin olvidar el clásico responsable de recursos humanos dcel antiguo jefe de personal. Todos estas -y muchos más- son ejemplos de eufemismos interesados, modos de maquillar la realidad a través de manipulaciones lingüísticas. Son un procedimiento deliberado de confundir a la ciudadanía utilizando expresiones que, en el fondo, no quieren decir lo que se supone que dicen, sinó lo que les interesa que digan.
Aquí cuentan con la complicidad de los medios de comunicación que deberían advertir y denunciar el uso por parte del poder de estas expresiones. Pero como los medios no estian bastante al tanto de como el poder deforma el lenguaje a su conveniencia, conviene que también nosotros los ciudadanos, con frecuencia las víctimas de estos usos engañosos del lenguaje, sepamos identificar cuando estamos ante un de estos eufemismos sospechosos. Si los sabemos reconocer, tal vez no nos cuelan tantos.
También se puede dotar con propiedades humanas a objetos inanimados. Así, 'bombas inteligentes', 'coche autónomo' o 'algoritmo personalizado' 'inteligencia artificial' son denominaciones que permiten insuflar alma o sensibilidad a utensilios que interesa humanizar. En vez de reconocer los desastre cuando se destapó la estafa especulativa de alcance mundial, se dijo que había estallado la burbuja económica. Con este eufemismo se diluye la responsabilidad de la mala gestión de los profesionales del mundo especulativo, porque presentaba el estallido del sistema financiero como si fuera el de una tormenta, un fenómeno natural ajeno a la voluntad de los gestores económicos.
Estas operaciones de manipulación comunicativa son sólo una reducida muestra de cómo cierto poder quiere apropiarse no sólo de la economía, la justicia y los medios de comunicación, sino también del lenguaje de los ciudadanos, que es tanto como decir que quieren apropiarse de nuestro pensamiento, o posiblemente ya lo han conseguido y es tarde para reaccionar.
Aquí cuentan con la complicidad de los medios de comunicación que deberían advertir y denunciar el uso por parte del poder de estas expresiones. Pero como los medios no estian bastante al tanto de como el poder deforma el lenguaje a su conveniencia, conviene que también nosotros los ciudadanos, con frecuencia las víctimas de estos usos engañosos del lenguaje, sepamos identificar cuando estamos ante un de estos eufemismos sospechosos. Si los sabemos reconocer, tal vez no nos cuelan tantos.
También se puede dotar con propiedades humanas a objetos inanimados. Así, 'bombas inteligentes', 'coche autónomo' o 'algoritmo personalizado' 'inteligencia artificial' son denominaciones que permiten insuflar alma o sensibilidad a utensilios que interesa humanizar. En vez de reconocer los desastre cuando se destapó la estafa especulativa de alcance mundial, se dijo que había estallado la burbuja económica. Con este eufemismo se diluye la responsabilidad de la mala gestión de los profesionales del mundo especulativo, porque presentaba el estallido del sistema financiero como si fuera el de una tormenta, un fenómeno natural ajeno a la voluntad de los gestores económicos.
Estas operaciones de manipulación comunicativa son sólo una reducida muestra de cómo cierto poder quiere apropiarse no sólo de la economía, la justicia y los medios de comunicación, sino también del lenguaje de los ciudadanos, que es tanto como decir que quieren apropiarse de nuestro pensamiento, o posiblemente ya lo han conseguido y es tarde para reaccionar.
Planeta ha publicado 'La manipulación del lenguaje', 'Breve diccionario de los engaños' de Nicolás Sartorius del que podéis leer aquí un avance.
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