Ya no se dan golpes de Estado como los de antes, tan inesperados y con soldaditos uniformados tirando disparos y soltando bombas. Los de ahora, como el que desde este jueves se vive en Venezuela, donde un señor al que hace una semana no le conocían ni en su casa, se ha autoproclamado presidente interino, así que ahora, los golpes de estado anuncian con días de antelación, se supone que para ir tanteando el terreno. La otra novedad es el orden de los factores, que cambia por completo. Frente al modelo tradicional, que consistía en tomar el poder y esperar el reconocimiento internacional, en Caracas ha pasado al revés: cuenta ya con muchas bendiciones externas antes de empezar, comenzando por la de Donald Trump.
El golpe en Venezuela se anunció la semana pasada cuando la Asamblea Nacional de Venezuela, en manos de la oposición, aprobó una resolución en la que se calificaba Nicolás Maduro de usurpador, arrogaba las facultades del poder ejecutivo y se señalaba a Juan Guaidó como sustituto temporal. Se preparaba así el terreno para las protestas de este miércoles, animadas en vídeo por el vicepresidente de EEUU, Mike Pence - "Estamos con ustedes" -, y en Twitter por el senador republicano Marco Rubio, recibido por Trump en la Casa Blanca. "Mañana será un gran día para la democracia y el orden constitucional en Venezuela", escribió proféticamente.
Dicho y hecho. Rodeado de sus partidarios, Guaidó juraba con improvisada solemnidad asumir las competencias del Ejecutivo como presidente encargado de Venezuela "para lograr el cese de la usurpación". Minutos después obtenía el reconocimiento de Trump y, en cascada, el de Colombia, Brasil, Perú, Costa Rica, Ecuador, Chile y Argentina, además del de Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal y de Felipe González, que no podía faltar a la cita. Al margen se mantenía López Obrador en México y, casi al margen la Unión Europea, que se limitaba por el momento a pedir a Maduro elecciones libres. Rusia y Turquía, por su parte, se alineaban con el heredero de Chávez, que anunciaba la ruptura de relaciones diplomáticas con EEUU y ponía a Guaidó en busca y captura.
Aqui cada uno apoya lo que le conviene e interesa, Rusia y China han invertido millones de dólares en Venezuela (China tiene el 42% de su deuda) y temen que de defenestrar Guaidó a Maduro, se queden sin cobrar, y el resto, menos Europa, que se lo está pensando optan por apoyar Guaidó, quizá por que lo dijo Trump.
A los independentistas catalanes les ha faltado tiempo para hacer comparativas de la situación Venezolana con la Catalana, y se han rasgado las vestiduras al ver como Casado, o C's apoyaban Guaidó, un golpista. Pero en su santa inocencia, los procesistas olvidan algo muy importante que hace que esto de Venezuela no tenga absolutamente nada que ver ni a comparar con la situación del golpe de Estado de la República de Schrödinger de Cataluña. Venezuela tiene la mayor reserva de petróleo del mundo y Cataluña sólo tiene ratafía, o sea, nada. Mejor pues que en vez de buscar el Santo Grial del reconocimiento internacional, se dediquen los independentistas a buscar petróleo por el principado, si lo encuentran, no será necesario que se preocupen, les saldrán padrinos a raudales. Mientras tanto, 'agua y ajo'.
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