Hay gente con la que no sabes porque tienes mucha empatía, más que con otros, eso me pasa con Najat el Hachmi, con quien podría afirmar que estoy comprometido en todas las coincidencias. Este artículo de hoy a ELPERIODICO lo suscribo punto por punto y me remito a un sencillo poema que escribí hace tiempo:
Que bonitos los inmigrantes
que vienen por carretera
y qué estorbo que nos hacen
los que llegan en patera.
Porque de eso va este artículo:
"El Gobierno facilitará la residencia a 400.000 británicos si hay 'brexit' duro mientras mantiene todas las trabas para regularizar a los inmigrantes que ni son europeos ni tienen medio millón de euros. Qué pena no ser uno de esos 400.000 británicos a quien el Gobierno concederá el permiso de residencia en caso de 'brexit' duro. no es que no me alegro, de la suerte de los muchos súbditos de su majestad Isabel II que llevan tiempo en España y que podrían verse gravemente perjudicados por la salida del su país de la Unión Europea. Tengo amigos ciertamente preocupados ante la incertidumbre de su futuro administrativo pero no puedo dejar de hacer comparaciones odiosas y constatar que, viniendo del norte, la vida es infinitamente más fácil.
Qué pena no ser uno de esos británicos y en cambio ser los numerosos manteros sin papeles que ya se han hecho a la idea de que serán perpetuamente marginados dentro de la sociedad en la que viven. Para evitar tener que tirar de regularizaciones extraordinarias de inmigrantes, la reforma de la ley de extranjería bajo el mandato de Zapatero estableció un mecanismo por el que una persona que lleva tiempo viviendo en el país puede optar a la residencia. La vía del arraigo está prevista para facilitar la salida de la ilegalidad, pero en la práctica resulta casi imposible por el enorme listado de requisitos: demostrar que hace tiempo que el solicitante vive aquí, que se está ' arraigando', sea lo que sea lo que esto significa, y sobre todo, sobre todo, disponer de una oferta de trabajo que le permita mantenerse por medios propios. Este es el nudo, el pez que se muerde la cola: si no se tienen papeles es difícil que alguien te contrate y si no te contrata nadie nunca podrás 'regularizar' tu situación. Es un procedimiento de una cierta perversidad: su consecuencia es una especie de apartheid por la vía administrativa, que hace que miles de personas malvivan en un mundo donde se supone no existen, deliberadamente invisibilizados.
Por eso qué pena no ser uno de esos británico a los que el Gobierno les ha tranquilizado mientras mantiene la segregación vía papeles temporeros a inmigrantes que algún día fueron 'legales' pero que al perder el trabajo cayeron de la esquina de los inexistentes, refugiados que tienen que dormir a la intemperie haciendo cola para tramitar sus solicitudes, menores no acompañados que han convertido adultos sin papeles, mujeres reagrupadas sin derecho a trabajar, trabajadoras del hogar medio esclavizadas aprovechando que nadie las ve, nadie reclama su igualdad. Y qué pena no tener 500.000 euros para obtener la residencia por la vía de la adquisición de inmuebles. Ya se sabe que no se puede permitir la exclusión social de esta buena gente que, teniendo medio millón de euros, no pueden disfrutar de la plenitud de derechos. Fue el Gobierno de Rajoy quien decidió facilitar su integración en la sociedad española. A estos no les piden ni demostrar que hace tiempo que viven aquí, ni que están 'arraigados' ni que dispongan de un contrato de trabajo. Sólo necesitan enseñar el saldo de la cuenta corriente, el pasaporte en todas partes. "
Qué pena no ser guiri - Najat El Hachmi
Que bonitos los inmigrantes
que vienen por carretera
y qué estorbo que nos hacen
los que llegan en patera.
Porque de eso va este artículo:
"El Gobierno facilitará la residencia a 400.000 británicos si hay 'brexit' duro mientras mantiene todas las trabas para regularizar a los inmigrantes que ni son europeos ni tienen medio millón de euros. Qué pena no ser uno de esos 400.000 británicos a quien el Gobierno concederá el permiso de residencia en caso de 'brexit' duro. no es que no me alegro, de la suerte de los muchos súbditos de su majestad Isabel II que llevan tiempo en España y que podrían verse gravemente perjudicados por la salida del su país de la Unión Europea. Tengo amigos ciertamente preocupados ante la incertidumbre de su futuro administrativo pero no puedo dejar de hacer comparaciones odiosas y constatar que, viniendo del norte, la vida es infinitamente más fácil.
Qué pena no ser uno de esos británicos y en cambio ser los numerosos manteros sin papeles que ya se han hecho a la idea de que serán perpetuamente marginados dentro de la sociedad en la que viven. Para evitar tener que tirar de regularizaciones extraordinarias de inmigrantes, la reforma de la ley de extranjería bajo el mandato de Zapatero estableció un mecanismo por el que una persona que lleva tiempo viviendo en el país puede optar a la residencia. La vía del arraigo está prevista para facilitar la salida de la ilegalidad, pero en la práctica resulta casi imposible por el enorme listado de requisitos: demostrar que hace tiempo que el solicitante vive aquí, que se está ' arraigando', sea lo que sea lo que esto significa, y sobre todo, sobre todo, disponer de una oferta de trabajo que le permita mantenerse por medios propios. Este es el nudo, el pez que se muerde la cola: si no se tienen papeles es difícil que alguien te contrate y si no te contrata nadie nunca podrás 'regularizar' tu situación. Es un procedimiento de una cierta perversidad: su consecuencia es una especie de apartheid por la vía administrativa, que hace que miles de personas malvivan en un mundo donde se supone no existen, deliberadamente invisibilizados.
Por eso qué pena no ser uno de esos británico a los que el Gobierno les ha tranquilizado mientras mantiene la segregación vía papeles temporeros a inmigrantes que algún día fueron 'legales' pero que al perder el trabajo cayeron de la esquina de los inexistentes, refugiados que tienen que dormir a la intemperie haciendo cola para tramitar sus solicitudes, menores no acompañados que han convertido adultos sin papeles, mujeres reagrupadas sin derecho a trabajar, trabajadoras del hogar medio esclavizadas aprovechando que nadie las ve, nadie reclama su igualdad. Y qué pena no tener 500.000 euros para obtener la residencia por la vía de la adquisición de inmuebles. Ya se sabe que no se puede permitir la exclusión social de esta buena gente que, teniendo medio millón de euros, no pueden disfrutar de la plenitud de derechos. Fue el Gobierno de Rajoy quien decidió facilitar su integración en la sociedad española. A estos no les piden ni demostrar que hace tiempo que viven aquí, ni que están 'arraigados' ni que dispongan de un contrato de trabajo. Sólo necesitan enseñar el saldo de la cuenta corriente, el pasaporte en todas partes. "
Qué pena no ser guiri - Najat El Hachmi
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