Sin saber en este momento si Irene Montero acabará siendo ministra, bien es cierto que la renuncia de Pablo Iglesias a formar parte de un gobierno del PSOE con Unidas Podemos, ha situado el foco de pleno sobre Irene Montero, a la que se le cuestiona su curriculum. 
La preocupación por el bagaje y currículum de Montero es legítima, y más cuando sobre la mesa está una posible vicepresidencia del Gobierno. Lo sospechoso de esta preocupación es que esta misma preocupación no aparezca a la hora de cuestionar la capacidad política otros líderes. Veáse Albert Rivera o Pablo Casado, los dos candidatos a la presidencia, sus currículums han ido cambiando con el tiempo y no registran precisamente una gran actividad laboral en el sector privado (ninguna en el caso de Casado) que desde el parvulario está en la ejecutiva del Pp, entre Master y Master, eso si.
En el caso de Montero, su currículum no es nada del otro jueves, pero es igual o superior al de otros parlamentarios: Tiene una licenciatura en Psicología y un Máster en Psicología de la Educación, y ejerce tareas de investigación a la Universidad Autónoma de Madrid. Además, ¿donde está escrito que para Gobernar sean necesarios muchos estudios?. Gobernar, ostentar el poder, más que nada es tener la capacidad de gestionar, de liderar y esto no se aprende en ninguna universidad; escuchando a Irene Montero en sus intervenciones parlamentarios, diría que obtiene una nota alta en este sentido.
Lo que me molesta, son los comentarios como el de Cayetana Álvarez de Toledo (una ilustre ignorante) en que trata a Montero de 'mujer florero', de mero apéndice de Pablo Iglesias, y otros chistes por el estilo que la señalan por no tener unos sobacos depilados, cuando me atrevería a decir que es a la inversa, que el jarrón con flores es mas su compañero de partido y en la vida. Los número dos o los que ocupan los lugares próximos al líder suelen ser las personas de confianza que se han ganado de forma natural su peso en el partido, pero cuando hablamos de una mujer, ya entramos en la sospecha y en la descalificación.
Al parecer, mentir sobre tu formación, hinchar tu currículum con Masters sospechosos, o montar empresas para pagar menos impuestos no te invalidan para la actividad política ni te restan credibilidad para representar a tu país en un Gobierno, pero no depilarse los sobacos sí. Si eres mujer, claro, porque no veo preocupación ni ningún comentario sobre los pelos que del sobaco, de la espalda o de las fosas nasales de nuestros políticos machos, recuerden el exministro Morán que estaba sembrado de pelos en la nariz y orejas.

Penalizar a las mujeres que se atreven a ocupar el espacio público y a disputar el poder en cualquier ámbito es una estrategia ya vieja, pero que sigue plenamente vigente. Se trata de subrayar siempre el que las mujeres son o aparentan para no centrarse en el que dicen o hacen. A menudo pienso como aún hay tantas mujeres dispuestas a entrar en espacios de poder. Crear entornos hostiles sobre ellas bajo la apariencia de esto es el normal, 'si no te gusta no vengas' es una eficaz manera de apartarlas. Y a pesar de todo, aquí están, como Irene Montero, y no con un par (del atributo machista) sino con un par... de hijos y una hija en camino, que todavía no entiendo como no la han censurado también por eso. De hecho, no osan decirlo, pero personajes como Rafael Hernando, lo que están pensando es que tendría que estar en su casa (el casoplon) cuidando del hogar y de sus hijos y dejar la política por los hombres, en este caso, su compañero. Y no solo Hernando, muchos del PP e incluso del PSOE, básicamente los que los tildan de manera peyorativa de 'podemitas'.