INFORTUNIO Y FELICIDAD


La distinción que encontramos en el infortunio, como si fuera un signo de vulgaridad, de falta de ambición, el hecho de sentirse feliz, es tan grande, que si le decimos a una persona "Pero, qué feliz es usted! ", en general protesta. Lo que nos pasa es que sólo somos capaces de percibir la felicidad y en cierto modo también el infortunio en los demás, ignorando o pretendiendo ignorar o reconocer en ambos casos el nuestro. Obviamente, el éxito es siempre mérito nuestro y el fracaso culpa de los demás o de las circunstancias. ¿Y la felicidad? 
No podemos dejar pudrir los problemas ni podemos totalmente pretender ser felices, la felicidad está reservada sólo a los niños o a los locos (dicen), y lo reconocía Punset cuando decía que posiblemente cuando fue más feliz fue dentro del útero de su madre. Sartre por boca de Françoise en la Náusea, decía que la felicidad es un instante fugaz, en el que todo está en su lugar, donde todo está bien. 
No debemos pretender ser felices, ni siquiera intentarlo en un acto de egoísmo pernicioso, a menudo para los demás, decía Cioran que se sentía siempre infeliz y abominaba de la especie humana de la que sólo salvaba la música. Cioran que decía algo tan terrible que lo que sabía a los 60 años era lo mismo que en los 20 y que estos cuarenta años no habían sido más que una pesada tarea de constatación. Quizás Cioran volcaba hacia los demás su propia frustración de quien ni siquiera es capaz de amarse a sí mismo. Sucede que cuando más se busca la felicidad más cuesta encontrarla y tal vez, mientras la buscamos, vamos dejando escapar momentos o circunstancias similares o muy cercanos de la huidiza felicidad que perseguimos.
Sientes el sol y el olor de la hierba, de las flores o los árboles, te levantas por las mañanas con ilusión, aunque sólo sea para constatar que estás vivo. Te sientes libre cuando caminas por el bosque o corres bajo la lluvia... Todo esto, aunque no lo creas, también es felicidad. De hecho, en muchas fotografías que pretenden representar un estado de felicidad, nos muestran a alguien de espaldas, a menudo solo, en un fondo de paisaje de mar o montaña mientras salra con los brazos alzados.
Quizá por que la felicidad está en las cosas pequeñas, en esos instantes fugaces que decía la Françoise de Sartre, aquellos instantes donde todo está en su sitio, donde todo está bien.

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