"Diego de Saavedra Fajardo fue un escritor y diplomático español, que consiguió ser el hombre de confianza de Felipe IV. Hombre de pluma fácil y político pactista, tuvo que lidiar la pérdida de la hegemonía del imperio español en el siglo XVII. Pero también las tensiones con Cataluña, tras la guerra con Francia. Se atrevió incluso a componer una guía para la adecuada formación política de un rey en su obra 'Idea de un príncipe político cristiano', con representación en cien empresas, que era toda una temeridad. Suya es esta reflexión, muy moderna por haber sido escrita hace más de cuatrocientos años: "La potestad del príncipe no es tan suprema que no haya quedado alguna al pueblo: no nacieron los súbditos para el rey, sino el rey para los súbditos".
Saavedra Fajardo da el protagonismo a los ciudadanos, que es a quien debe servir el rey, lo que debía causar cierta inquietud a Felipe IV. Otro monarca con ese nombre, en este caso Felipe VI, dedicó su discurso de Nochebuena a poner de relieve la ciudadanía: "Es mucho, lo que hemos construido juntos, lo que juntos hemos avanzado. Y podemos sentirnos muy orgullosos de los valores que inspiran nuestros ciudadanos, de la energía, la vitalidad y el dinamismo de nuestra sociedad y de la solidez de nuestro Estado". La alocución del rey fue un canto a la sociedad del bienestar, a la convivencia, a la tolerancia y al respeto. Y a la confianza que los valores democráticos comunes permitirán resolver los problemas, "sin divisiones ni enfrentamientos que sólo erosionan nuestra convivencia y empobrecen nuestro futuro".
El jefe del Estado se refirió al procedimiento constitucional previsto para que el Congreso otorgue o deniegue su confianza al candidato propuesto para la presidencia del Gobierno. Y volvió a citar la Constitución, de la que dijo que ha permitido compartir a lo largo de los años unos mismos valores sobre los que fundamentar nuestra convivencia. De entre todos destacó el deseo de concordia y la importancia del diálogo. El discurso fue grabado apenas un día antes de su emisión por si se producían novedades en torno a la investidura. Fue un texto de grandes principios, no pegado a la actualidad política y con esta voluntad de servicio que aconsejaba Saavedra Fajardo. "

El artículo de Màrius Carol en la Vanguardia es cuidadoso y educado, pero hay que tener en cuenta algunas consideraciones sobre el discurso del rey. En primer lugar no lo escribe él, se limita a leerlo con un poco menos de monotonía que su padre, y de hecho, diga lo que diga, los representantes de los partidos políticos ya tienen prevista su opinión sobre el mismo antes de escucharlo, y los ciudadanos en general, poco por decir ningún caso le hacen. O sea, que de hecho, el Rey Felipe VI el discurso de cada año se le podría ahorrar, y así lograría un hito histórico dentro de las monarquías que se hacen y se deshacen, no hablar al pueblo en todo un año.
Habría que procurar que su majestad el Rey Felipe VI se quedase con esta frase de Diego de Saavedra, el Maquiavelo español: "La potestad del príncipe no es tan suprema que no haya quedado alguna al pueblo: no nacieron los súbditos para el rey, sino el rey para los súbditos ".