BELLEZA PERDIDA


En cualquier momento hasta 1950, si le preguntases a cualquier persona educada como describir el propósito de la poesía, el arte y la música, habría contestado: la belleza. Y si se le preguntara la razón de esto, te contestaría que la belleza es un valor tan importante como la verdad y la bondad, afirma Scruton. Después, a partir de la mitad del siglo XX, la belleza ya no es importante. El arte se centra gradualmente en interrumpir y romper los tabúes morales. No busca la belleza, pero la originalidad conseguida por cualquier medio y a cualquier coste moral, fue quien ganó los premios.
No sólo el arte fue un culto a la fealdad, como la arquitectura, ambos se han convertido en algo sin alma y estéril. Y no es sólo nuestro entorno físico que se ha vuelto feo: nuestra lengua, la música y las costumbres, son cada vez más groseras, centradas en sí mismas y ofensivas, como si la belleza y el buen gusto no tuvieran lugar en nuestras vidas.
Una palabra describe en negrita en todas estas cosas feas, y la palabra es: El egoísmo. "Mis ganancias", "mis deseos", "Mi placer". Y el arte no tiene nada que decir en respuesta a ello: Hemos perdido la belleza y existe el peligro de que con esta pérdida, perdamos el sentido de la vida.
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Comentarios

  1. En España, todavía en los 50 andábamos curando las heridas del pasado y esquivando las bofetadas que propinaba una dictadura en todo su apogeo. Por eso, a nivel literario, la belleza no es una constante entre nuestros poetas, dramaturgos y novelistas, sino la supervivencia y la denuncia, casi siempre solapada. No hay más que echar un vistazo a la obra de Blas de Otero, Gabriel Celaya o Buero Vallejo, por citar tres autores emblemáticos.
    Saludos, Francesc.

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  2. Con la bonanza y la tripa llena bien regada es difícil escribir buena poesia.

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