Un campamento improvisado ha empezado a surgir este sábado junto a la frontera turco-griega, donde se han concentrado unos 3.000 refugiados sirios, afganos, iraníes y somalíes con el objetivo de alcanzar territorio europeo. En grupos, con sus mantas o al raso, en torno a fogatas, se han instalado en el terreno que normalmente hace de zona tapón entre las aduanas de ambos países, pues los guardas que vigilan la parte turca de la frontera han retirado los controles. Los policías griegos, parapetados en su lado de la frontera tras vallas y alambre de espino, han repelido todo intento de paso disparando grandes cantidades de botes con gases lacrimógenos, lo que ha causado varios heridos por contusiones.
La noticia se extendió la noche del jueves como un reguero de pólvora. Facebook, grupos de WhatsApp, llamadas de amigos. Turquía no detendrá a los refugiados que quieran escapar a territorio europeo. Los autobuses organizados para llevarlos gratis hasta la frontera contribuían a esa sensación: las fronteras estaban abiertas. Personas como el sirio Abdulhakim se lo tomaron al pie de la letra. Y por eso su sorpresa la mañana de este sábado cuando, a sus sesenta y muchos, se ha visto escapando de los gases lacrimógenos: “¿No estaba abierta la puerta? Erdogan ha dicho que podíamos pasar, entonces, ¿por qué nos disparan los griegos?”. Abdulhakim no alcanzaba a comprender mientras trotaba de forma renqueante: no ve bien, oye peor y tiene una cicatriz en el costado, todo ello cortesía de un bombardeo de Bachar el Asad. Es de Idlib, la provincia donde se originó esta crisis cuya onda expansiva sacude estos días la frontera griega.
“¡¿Pero qué tipo de humanidad es esta?! Están disparando botes de gas a los niños, ¡a los niños!”, lloraba un joven, también de Idlib, con los ojos enrojecidos por el gas: “Venimos de Siria, hemos escapado de las bombas”. En un momento dado, tras varias andanadas de botes de gas, uno ha caído en el cuartel turco junto a la frontera, e inmediatamente los soldados han respondido con una salva de disparos al aire en dirección a Grecia, lo que da una idea de la tensión que se respiraba en la frontera. Los refugiados han comenzado a gritar y aplaudir pensando, por un momento, que los turcos disparaban para defenderlos a ellos. Pero en este lugar cada cual vela solo por sus intereses.
“Grecia ha sido objeto de un masivo intento organizado de violar sus fronteras y se ha resistido al mismo”, ha afirmado el portavoz del Gobierno griego, Stelios Petsas, tras la celebración de un Consejo de Ministros extraordinario, y explicó que las fuerzas de seguridad helenas han evitado “más de 4.000 entradas ilegales al país” y que unas 13.000 personas se habían concentrado en diversos puntos a lo largo de los más de 200 kilómetros de la frontera terrestre greco-turca. Según las cifras del Gobierno griego, solo 66 personas han logrado colarse en territorio heleno, abriendo un agujero en la valla que protege la decena de kilómetros en los que el río Evros no hace de frontera natural entre ambos países.
Lo cuentan en el país, pero no parece ser esta noticia de las que llame la atención de la gente, distraída con el coronavirus o el aquelarre de Perpiñán. Y es terrible, porque no es ya la vergüenza de Erdogan, o de esta inoperante Europa que además paga el Turco para que le controle a los migrantes, ya se ve como; es también nuestra vergüenza como ciudadanos europeos, que no hacemos nada, como si este horror no fuera con nosotros, ridículamente preocupados con el coronavirus y otras menudeces. Están disparando botes de humo a los niños de los migrantes, hoy son los de los demás pero un día no lejano, pueden ser los nuestros. Y lo peor es que entonces continuaremos con nuestra indiferencia de transeúntes idiotizados.
"Esos transeúntes idiotizados... -¿Pero cómo hemos podido caer tan bajo? ¿y cómo imaginar un espectáculo así en la Antigüedad, en Atenas por ejemplo? Basta un minuto de lucidez aguda en medio de esos condenados para que todas las ilusiones se derrumben. EM CIORÀN"
Veremos cosas tremendas. Y pensaremos que hemos viajado en el tiempo, a los años 30 y 40.
ResponderEliminarUn saludo.
veia ahora el televisión como atacaban con palos y mangueras de agua sa las barcas que intentaban llegar a la costa de Grecia. No se porqué nos dicen humanidad, si apenas nos queda.
ResponderEliminarTan cierto lo que decis, no tenemos nada de humanidad. El dolor que sentiran esos seres humanos que han huido, sin saber el horror que les esperaba.Pobres padres y pobres hijos. No hay piedad, amor ni empatia en esta humandidad del Siglo XXI.
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