Sostiene Blaise Pascal en su pensamiento más célebre que la infelicidad humana es el resultado de nuestra incapacidad para quedarnos quietos en la habitación. Este pensamiento forma parte de una reflexión más amplia sobre el pánico que provoca en nosotros el aburrimiento. Si nos implicamos en tantas aventuras personales, profesionales o sociales es porque no soportamos estar solos. Guerras, ambiciones y pasiones humanas responden, según Pascal, a la imposibilidad de permanecer quietos en casa. Al miedo de encontrarnos con un yo que nos mira fijamente. Por ello, continúa Pascal, siempre que tenemos un rato de ocio, corremos a rellenarlo con distracciones.

Desde el primer día que nos obligaron a clausurarnos en casa, nadie ha tenido tiempo de estar solo. No sólo porque compartimos el pequeño espacio con familiares, sino, fundamentalmente, porque, desde el primer momento, nos llegaron tantas propuestas de entretenimiento que ya no queda tiempo para el aburrimiento. Gimnasia, series televisivas, lectura, juegos de mesa, cocina, teatro, música o humor en directo, sin olvidar el teletrabajo, las conversaciones profesionales, las llamadas de amigos, los vídeos con que somos diariamente bombardeados, las bromas, los discursos, la información continua a través de todos los medios posibles, y, naturalmente, las ardientes redes sociales.
La ola de activismo frenético es tan alta que, alarmados, unos psicólogos y pedagogos han tenido que recordar que el aburrimiento es la base de la creatividad. Si los niños no se aburren, no conseguirán imaginar, fabular, inventar. Si los niños en casa tienen demasiado que hacer, sentir o ver, si están siempre agobiados por teléfonos, cuentos, televisión, música, deberes y juegos, es imposible que aprendan a estar atentos. Vale también para los adultos: sin aburrimiento no hay imaginación. Sin límites no hay orden. Y sin limitaciones no hay atención.

De hecho, se trata de adaptarse a esta nueva manera de vivir, al fin y al cabo, no es tan complicado, hay mucha gente que lleva tiempo viviendo así, sobre todo la gente mayor que tiene dificultades de movimiento, o que simplemente se encuentra bien en casa. Quizás se trate sólo del hecho que nos lo prohíben, porqué de hecho, salir se puede salir, a comprar al supermercado , al estanco o a la farmacia, y tomando unas precauciones mínimas no debe de haber ningún problema, aunque las medidas restrictivas de confinamiento que nos han impuesto  sean digamos peculiares. Vamos a ver, el domingo por la mañana fuí a la plaza de España a un estanco/libreria a comprar tabaco para mi mujer que es fumadora, y fuí porqué como no estaba claro (y sigue sin estarlo) quien a partir de hoy lunes podria trabajar o no, en la duda, me aseguré de que no le faltara. El Estanco está a unos diez minutos de casa, legalmente puedo dirigirme a él andando o en coche, sin embargo, no puedo hacerlo con la bicicleta, porqué los señores agentes de la ley y el orden consideran que moverse con la bicicleta es practicar deporte, de la misma manera que no podria tampoco hacer esta gestión practicando running, sólo lo puedo hacer andando, en coche o en moto lo cual demuestra que las medidas del Gobierno de nefasta gestión de la pandèmia, son dicho llanamente, incongruentemente incongruentes, que de hecho és la manera natural de los Gobiernos de gestionar las crisis, mal, tarde y de manera incongruente. Sólo un pequeño detalle, no le sorprendió a nuestro Gobierno con Itàlia en plena pandemia, que a los pasajeros que de desplazaban de allí a España se les tomaba la temperatura para ver si tenían fiebre y al llegar a Barcelona o Madrid entraban campando libremente a sus anchas, mientras madrileños y baceloneses salían en estampida de fin de semana a su segunda residencia. Pues no, ni se enteraron, como cuando Don Simón decía que aquí como mucho tendríamos dos o tres casos de contagio, ¡bueno!, ahora tenemos como mínimo tres, el también ha dado positivo en coronavirus y en ineptitud manifiesta, y eso que se supone que es el que entiende, o la burra de Margarita Robles, insultado a Torra por lo del confinamiento total, y los soldaditos de papel de rancio lenguaje tabernario. Estamos vivos de milagro ante tanta incompetencia, vivos y coleando los que quedamos, como el King emérito, al que la situación le ha ido de puta madre. Insistiré hasta la saciedad las veces que haga falta, ved la película Idiocracia, es el futuro que nos espera, y está más cerca de lo que pueda parecer.