PREMONICIONES DE UN CALIFA


A veces te encuentras con alguien cuya mayor virtud es también su defecto. Son intensos. Ocurre con algunos líderes, también con los locos. En Julio Anguita esa circunstancia se daba y la razón por la que brillaba, la misma que le perdía, era una: la pasión.
Así que cuando el Califa Rojo, que “ahorita se nos fue”, como diría Chavela, hablaba con vehemencia, los dedos metidos en la llaga y la memoria colectiva de las cicatrices franquistas hirviendo, podía gustarte o no, pero era imposible apartar la mirada.

La pandemia pondrá en marcha un nuevo fascismo para gestionar la escasez, dijo Anguita.

Hace poco más de un mes, el 13 de abril y de propina, nos regaló su última premonición. “Las nuevas pandemias pondrán en marcha un nuevo fascismo para gestionar la escasez”, afirmaba en una entrevista. Empezamos a comprobarlo. Atentos, pues, a la premonición de ese malagueño nacido en 1941 que fue alcalde de Córdoba, resistió a varios infartos y al que mataron un hijo con un mísil en Bagdad. Era un hombre culto. De Marx a Tolstói y de Engels a la Biblia –según un amigo– lo leyó todo. A jóvenes con hambre ideológica, el chamán podía abducirles.
En alguna ocasión se refirió a las eternas trifulcas entre Bakunin y Marx, que se pasaron media vida a la greña. Una rivalidad tan poco disimulada que podrían tomar nota algunos de nuestros políticos. Bakunin, el filósofo del anarquismo, la describió: “Nuestros temperamentos no se soportaban. Él me llamaba idealista sentimental, y tenía razón; y yo a él, vanidoso y pérfido, y también tenía razón”.
Mijaíl Bakunin fundó una sociedad secreta, la Alianza Internacional de la Democracia Socialista, con miembros de diversos países. De eso hace exactamente 160 años y era, en esencia, la concreción final de muchos de sus pensamientos.
Porque en el mundo Bakunin los gobiernos no serían necesarios, propuso suprimirlos. La sociedad se organizaría por federaciones de productores y consumidores coordinados y no harían falta, para nada, sistemas legislativos o ejecutivos que monopolizaran la violencia. También tenía respuestas para la religión. “¿Dios? Un jefe en el cielo es la mejor excusa para tener mil en la tierra”.
Al filósofo del anarquismo lo enterraron en Berna, en un cementerio hoy rodeado de contaminación de auto­pista. En el 2016, los dadaístas del Cabaret Voltaire lo adoptaron y cambiaron la inscripción de su tumba. Actualmente, en su honor, dice así: “Quien no se atreve con lo imposible jamás alcanzará lo posible”. Pero eso seguro que Anguita ya lo ­sabía. - Núria Escur - lavanguardia.com

2 comentarios:

  1. Una mente preclara y un hombre coherente. Siempre digo que fue el último Quijote.
    Saludos.

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