EL LADO OSCURO DE LA IGLESIA


No creo que nadie se haya sorprendido de que La Iglesia católica haya inscrito 3.722 inmuebles a su nombre, sin ningún título que acredite su propiedad. Así consta en el conjunto de los registros de la propiedad de toda Catalunya. Se trata de unas inscripciones hechas entre 1946 y 2015. La mayoría son de construcciones dedicadas al culto, como templos, ermitas, cementerios, capillas, conjuntos eclesiásticos y santuarios; así como de terrenos, sobre todo, rústicos.
Y lo han hecho al amparo de una ley franquista de 1946 que no fue derogada hasta 2015. El resto de bienes immatriculados son de edificios como vicarías, garajes o palacios. Lleida suma el 58% de las inmatriculaciones y agrupa las tres comarcas más afectadas de toda Catalunya, que son el Pallars Sobirà, el Pallars Jussà y el Alt Urgell. El Pont de Suert, en la Alta Ribagorça, y Olesa de Bonesvalls, en el Alt Penedès, son los dos municipios con más inmatriculaciones de Catalunya.
Incluso se han apropiado de fincas o iglesias que tenían propietario en algún caso de familias que ostentaban la propiedad desde el siglo XII. O sea que encima de no pagar el IBI, se dedican a inscribir fincas y terrenos a raudales, a apropiarse de ellos ilegalmente, con toda la caradura que de esto les sobra.

Tampoco deja de sorprender que en la cultura cristiana haya habido esclavos, incluso en pleno siglo XX a pesar de que la Convención de las Naciones Unidas sobre la Esclavitud pusiera fin oficialmente al esclavismo en 1927. ¿Puede haber sido la ambivalencia de Jesucristo sobre los esclavos lo que ha permitido a los cristianos ejercer la esclavitud a lo largo del tiempo? Acercándonos a la Biblia, encontraremos versículos con conceptos tales como "no hay esclavo ni libre", "todos sois uno con Cristo Jesús". Con todo, también descubriremos parábolas en las que Jesús reconoce los esclavos. Es posible contemplar como una palanca que conduciría la Iglesia a dar cobertura a la esclavitud a la cristiandad primitiva, en la Edad Media y en la época colonial..., lo escribe Eulalia Solé en la vanguardia.
La consecuència es que un cristiano blanco asfixiara al afroamericano George Floyd con la rodilla, hace tan sólo unas semanas, lo que atestigua como de interiorizada está todavía la soberbia de unos sobre otros. Que haya sucedido en 2020, dos mil años después de Cristo, no permite sentirse en paz con la civilización cristiana, ni admite perdón.

En una memorable escena de "Aguirre o la cólera de Dios" de Werner Herzog, con un enloquecido Klaus Kinski, mientras atraviesan el río Amazonas en un barco destartalado, un cura le da una biblia a un indígena: Escucha la palabra de dios - le dice - y el pobre indígena que algo entendía de la lengua en que le hablaba el cura, se acerca la biblia a la oreja. Entonces el cura, creyendo o queriendo creer, que se ha mofado o se está riendo de él, saca una espada y lo mata.
Una persona que está a su lado, asustada le dice: pero que ha hecho, lo ha matado.
 - No era digno de dios - contesta el cura -
Un poco más tarde dentro del mismo barco la persona le pregunta al cura: Pero padre, usted, la iglesia, de qué lado está?
- Siempre junto al poderoso hijo mío, siempre al lado del más poderoso, así hemos sobrevivido mil quinientos años.

Y así siguen, después de más de dos mil años, y al paso que vamos, por los siglos de los siglos, amén. Son la secta más nefasta y oscura de la humanidad, la que más muertes arrastra a su espalda, la que más ha robado, asesinado, incluso inmatriculado; la más alejada del mensaje de Jesús de Nazaret, son la gran vergüenza eterna de la humanidad que decía Nietszche, y el Estado, lo que debería hacer, es dejar de subvencionarles, obligarles a pagar el IBI y vigilar que no sigan robando y violando menores.
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