DEMOCRACIA Y VACUNAS

 


💬Nos iría mejor si hiciéramos examen de conciencia y reconociéramos que el modelo liberal que permite que diez países acaparen el 75% de las dosis disponibles es injusto - Jorge Dezcallar - elperiodico.com

Que Pablo Iglesias haya dejado el gobierno es una buena noticia que ha permitido a Isabel Díaz Ayuso decir con ironía que «España me debe una», porque en mi opinión la vicepresidencia le venía demasiado grande, porque nunca entendió lo que era un gobierno de coalición, porque no es posible repicar e ir a la procesión, y porque su fuerte es más la agitación callejera y un universo binario de buenos y malos en el que su propio grupo convive con la que denomina «la derecha criminal a Madrid». Si supiera lo que es una democracia no diría estas tonterías, como la anterior de comparar la fuga amortiguada de Puigdemont con el calvario de los exiliados de la Segunda República. Tampoco estoy seguro de que Isabel Díaz Ayuso tenga las ideas muy claras cuando contrapone socialismo (y después comunismo) a libertad, como si en España fuéramos entre rejas desde que Mariano Rajoy fue defenestrado.

Tenemos un problema serio con los políticos que hemos elegido, pero estos dos me parecen particularmente peligrosos porque se animan en el enfrentamiento y hasta parece que lo necesitan, cuando la esencia de la democracia es la capacidad de negociar y llegar a acuerdos con los que piensan diferente, siempre que acepten unas reglas mínimas de juego limpio y no se propongan derrumbar la casa común que es la Constitución. Iglesias y Díaz Ayuso parecen disfrutar al revivir en Madrid la pelea fratricida y goyesca, a palos, entre las dos Españas, ellos que nacieron cuando Franco se moría y que por lo tanto ignoran los sacrificios que se tuvieron que hacer para llegar donde estamos ahora .

En Cataluña las cosas no van mejor cuando los políticos que representan la mitad de la población están a matar entre ellos antes de formar otro gobierno inoperante, mientras ignoran olímpicamente los derechos de la otra mitad de catalanes que no quieren la independencia. La imagen de España y la misma democracia sufren con estos comportamientos, al igual que lo hacen cuando Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Pablo Echenique atacan la prensa, como denuncia el informe que acaba de publicar el Departamento de Estado norteamericano sobre los derechos humanos en el mundo. El Hudson Institute afirma que la democracia pierde terreno. En su informe de este año afirma que el 75% de la humanidad vive en países donde la democracia disminuye y que el 38% lo hace en 54 países considerados como «no libres», con el drama que ello representa para quienes son súbditos y no ciudadanos.

Hoy menos del 20% de la población mundial vive en países libres y lo peor es que la tendencia es negativa porque los autoritarismos están de moda, como demuestran los casos de Bolsonaro, Erdogan, Orban y tantos otros que utilizan los resortes democráticos para luego vaciar -los de contenido, y que cuentan con importantes valedores en Rusia y China, que propugnan un modelo de gobernanza autoritario y alternativo al de la democracia liberal que ha regido el mundo después de la derrota de los fascismos y el hundimiento del comunismo. Xi y Putin también aprovechan la pandemia para hacer propaganda regalando vacunas en los países del Tercer Mundo, mientras los occidentales pugnamos entre nosotros para acapararlas, en un ejemplo muy poco edificante. Criticamos con razón los modelos autoritarios y represivos de Rusia, China y tantos otros lugares, pero nos iría mejor si también hiciéramos examen de conciencia y reconociéramos que el modelo liberal que propugnamos es injusto, ya que permite que diez países acaparen el 75% de las vacunas disponibles en el mercado, mientras que 130 más que representan 2.500 millones de seres humanos no disponen. Es injusto y también miope, ya que de esta pandemia o salimos todos juntos o no lo haremos porque por mucho que nosotros nos vacunemos nos seguirán llegando mutaciones del virus desde los países no inmunizados. Deberíamos ser capaces de encontrar la manera de compartir vacunas y las fórmulas para fabricarlas en beneficio de todos para que el virus no entiende de fronteras o pasaportes. Por ello, y aunque la idea de Biden de organizar una Cumbre sobre la Democracia es buena, sería más eficaz si además la fundamentamos en la justicia y la solidaridad.

Y por último, los ciudadanos y ciudadanas que estamos en la franja de edad que va de los 66 a los 79 años, estamos en un limbo y somos los últimos de la fila, no salimos en ninguna parte a la hora de hablar de vacunar. Que si mayores de 80, que si de 60 a 65, que si AstraZeneca o Pfizer, o la de Johnson & Johnson, osaría afirmar que los de esta franja somos también parte del tercer mundo a la hora de vacunarnos. Como si no fuéramos edad de riesgo .




1 comentario:

  1. Esto cada vez se parece más a una película de Berlanga o a una historieta de Ibáñez.
    Un saludo.

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