Stephen King le preguntaba a David Marchese en una entrevista a The New York Times , que reprodujo la vanguardia, cuál era el motivo para hablar con él en un momento como este. Seguramente la pregunta era un ejercicio de falsa humildad: quién mejor que el rey de la literatura fantástica y de terror para analizar sobre lo que le está pasando al mundo. Si hace año y medio, alguien nos hubiera anunciado que un extraño virus recorrería la Tierra infectando a millones de ciudadanos y causaría cuatro millones de muertos, pensaríamos que estaba bajo los efectos de algún alucinógeno. Pero si miramos una fotografía de las calles de Barcelona –o de Madrid, París y Nueva York– de julio del 2019 y la comparamos con otra actual veremos grandes diferencias: la gente va por la calle con mascarillas, hay colas en la vía pública para comprar en las tiendas, han desaparecido los turistas, los hoteles están cerrados (con excepciones), apenas vuelan aviones y los carteles de “se traspasa” se multiplican en los bajos de los inmuebles. No es el apocalipsis, pero seguramente es el fin del mundo tal como lo conocimos.

Es curioso que King escribió una novela con el nombre de Apocalipsis (The Stand), de la que se hizo una miniserie televisiva en 1994, donde planteaba un futuro apocalíptico en el que los supervivientes de una terrible plaga mundial han de elegir su lugar en la batalla definitiva del bien contra el mal, que decidirá el destino de la humanidad. El diabólico y poderoso Randall Flagg quiere reconstruir el planeta a partir de su tenebrosa imaginación, pero unos personajes irrelevantes capitaneados por una anciana, Mother Abigail , arriesgarán mucho más que sus vidas, para enfrentarse al lado oscuro. Toda una metáfora, en la que el autor resalta el papel de la cultura, la sociedad o la economía para reconstruir el nuevo mundo. Lo sorprendente del caso es que CBS había encargado un remake de la serie pocos meses antes de que estallara la pandemia de la Covid-19, que se estrenará este año. Todo es tan premonitorio, que hace que King empiece a dar tanto miedo como sus novelas.