“Si fracasas, es culpa tuya; pero siempre te quedará ser auténtico” - Eva Illouz - socióloga, coautora de ‘Happycracia’ - en la vanguardia la ha entrevistado Lluís Amiguet.

Nací sefardí en Marruecos y he enseñado en París, EE.UU e Israel: aspiro a que ser extranjera me haga más lúcida. Tener hijos es la última religión de Occidente y creo: tengo tres. Diserto en el Palau Macaya de La Caixa. Como ya no vamos a misa, el rito se nos cuela en la vida cotidiana, como las cenas románticas

Antaño el éxito consistía en conformarse con la vida que te había tocado vivir al nacer; pero, desde los años sesenta, Seligman y la psicología positiva junto a su vulgata la autoayuda tratan de convencernos de que todo es posible si nos lo proponemos. La realidad, en cambio, es que la modernidad ha reducido nuestro ámbito de decisión y que cada vez menos cosas en las grandes administraciones o empresas dependen de cada uno de nosotros. Illouz desmonta el último mito de la psicología positiva: la autenticidad. Si no llegamos a fin de mes o no progresamos en el trabajo, es por nuestra falta de ambición, esfuerzo o talento, de acuerdo; pero aún nos queda la autenticidad: algo que cada uno de nosotros gestiona, decide, genera y consume. Siempre nos quedará ser auténticos.

- Qué le han hecho a usted los psicólogos y la felicidad?

No soy feliz con la felicidad que algunos psicólogos predican, porque tampoco acepto el giro que dio la psicología alrededor de los años sesenta. Antes, la psicología curaba neurosis y traumas.

- ¿Y después no?

Desde los años setenta la psicología positiva, además, se arrogó la misión de guiar a cada persona con directrices culturales y valores.

- ¿Cómo?

Querían “empoderarnos” y Martin Seligman empezó a predicar desde la psicología que debíamos “realizarnos” como personas, ser ”auténticos” y aspirar a una felicidad que ya sólo dependía de cada uno.

- ¿Y antes no?

Antes concebíamos el progreso como de grupo, colectivo, de toda la sociedad, y consistía en cambiar las normas de todos entre todos para lograr que fuera de todos.

- ¿Si cada uno solo se esfuerza por su éxito con esfuerzo ya no es posible?

Con esa nueva psicología de la autorrealización, todo dependía de ti: si no llegabas a fin de mes ya no era a causa de una empresa que no retribuía tu trabajo como merecías y de un sistema que la amparaba, sino que solo era responsabilidad tuya por no haber buscado otro empleo mejor o haber creado otra empresa.

- ¿No le parece poderosa la idea de no ser víctima y depender solo de uno mismo?

Lo es y por eso la autorrealización tuvo un éxito inmediato y engañoso. Era una idea tan poderosa como en gran medida falaz.

- ¿Quien quiere no puede?

En la modernidad es poco lo que depende de cada uno de nosotros como individuos. La mayoría trabajamos en grandes empresas o en instituciones en cuyas decisiones apenas influimos o lo hacemos de forma ilusoria y superficial. Decir que “todo depende de ti” es una ironía y a menudo cruel.

- ¿Y la autoayuda promete ese poder?

Esa psicología positiva aprovechó que, aunque casi todo en nuestra vida lo decidían otros más poderosos, aún nos quedaba un ámbito en el que, al menos en apariencia, éramos los amos: nosotros mismos.

- ¿Transformaba la reivindicación política en lucha por la superación individual?

La autoayuda transformaba los problemas políticos, sociales y colectivos en una cuestión de esfuerzo y progreso individual: es el individuo, cada uno de nosotros, quien progresa o fracasa por separado y solo después el agregado de individuos será una sociedad con éxito o fracaso. Cuando, en realidad, son las reglas y las estructuras las que lo determinan tanto como la actitud individual.

- ¿La psicología positiva da poder ilusorio y también la angustia real de fracasar?

Y de forma inacabable. Porque para esa psicología nunca acabas de realizarte. Siempre puedes mejorar. Y depende sólo de ti.

- ¿Cuál es el camino del éxito en ella?

La autenticidad es uno de los tótems de esa psicología. Y también tiene un gran éxito porque se opone a la impersonalización propia de nuestra sociedad de masas.

- ¿Cómo ser auténtico?

Es la clase de pregunta sin respuesta que vende esa psicología: la autenticidad es ideal como mercancía, porque solo tú puedes fabricar y consumir tu propia autenticidad.

- ¿Pero por qué tiene tanto éxito?

Porque nuestras vidas se caracterizan hoy por una gran incertidumbre en cuanto a lo que podemos o no podemos hacer, ser, aspirar.Y las ilusiones no tienen límite.

- En teoría todos somos iguales ante una ley que garantiza iguales oportunidades.

La realidad es que en comparación a las sociedades de clases de antaño hoy todo es posible en teoría, pero por eso mismo más frustrante en la práctica.

- ¿Nos queda la autorrealización y echarnos la culpa a nosotros mismos?

Digamos que en el mundo feudal o en la sociedad burguesa de clases uno sabía desde que nacía cuál era su lugar y su valor se medía en relación al que tenía al nacer. Digamos que tu valor personal no era negociable: eras lo que eras.

- ¿Hoy no nacemos predestinados a tener mayores o menores oportunidades?

En teoría no tenemos límites, pero, en realidad, no son menos que antaño. Solo que ahora te van repitiendo que tienes todas las posibilidades –la psicología positiva lo avala– de conseguir todo lo que te propones y por tanto de mejorar tu valor.

- ¿Así pasas de ser lo que te ha tocado a ser lo que te propongas?

Un aristócrata podía actuar como un miserable y seguir siendo aristócrata. Su estatus no dependía de su conducta, pero hoy nos repiten que todo depende de lo que hagamos y se alaba la cultura del esfuerzo individual, pero no nos revelan los trucos que demuestran que no es cierto.

- ¿De verdad no podemos progresar con nuestro esfuerzo y aprendizaje?

Eso dice la psicología positiva: la actitud lo es todo y se impone, porque valida la posición de quienes consiguen su poder por otras vías y a veces con trucos inconfesables.