Una española que trabajaba para Médicos sin Fronteras, ha sido asesinada en Etiopía junto con dos cooperantes locales que la acompañaban, según informó en un comunicado la ONG. Las víctimas trabajaban en Tigre, «una región azotada por el conflicto bélico». La cooperante española es la madrileña María Hernández, de 35 años, que era una de las coordinadoras de MSF en esta región de Etiopía. En el ataque también murieron los etíopes, Yohannes Halefom, un asistente, y Tedros Gebremariam, que trabajaba como conductor.

No hay mucha información más de la noticia, estamos más preocupados con los adolescentes que hemos enviado a Mallorca a infectarse con la Covid, como para preocuparnos por una cooperante madrileña que ha muerto lejos de su país a los 35 años, y ha muerto víctima de la violencia y de su amor al prójimo. Le decía en un comentario al compañero Kraus que ya de pequeño era incapaz de entender cómo se podía hacer daño a una persona que sólo hace el bien, y que sigo sin entenderlo de mayor, y es así. Perder la vida lejos de casa mientras ayudas a los demás es lo más cristiano que puede pasarle a una persona, como le pasó a Jesús, pero quizás sería mejor ser ateo y conservarla desde la comodidad del sofá que es lo que hacemos la mayoría. Lástima que en el caso de María no ha sido posible al cruzarse su camino con el de unos asesinos que han practicado el deporte favorito de los humanos, matar por matar, sin motivo, razón ni remordimiento. Descansen en Paz, María, Yohannes y Tedros.