EXILIADOS CIVILES



El exilio, aparte de la negación de la libertad patria, es el peor castigo para un intelectual comprometido, pero no se le tiene que reprochar este hecho, puesto que desde el exilio se pueden resguardar los vínculos y los sentimientos patrios, que permitirán ser mantenidos y reencontrados al recuperar la libertad. En este sentido, hay el caso del novelista Francesc Trabal, optimista compulsivo, miembro de la Colla de Sabadell, que en sus años de exilio en Santiago de Chile, llevaba siempre encima las llaves de su casa en Sabadell para sentir que la ausencia y la distancia eran provisionales.

Francesc Trabal murió en Santiago, donde fue enterrado supongo que con las llaves de su casa a la que nunca pudo volver. Los ciudadanos ucranianos exiliados estos días seguro que se han llevado las llaves de su casa, pues ya saben que podrán volver, los que su vivienfa no haya sido destruida. Esta es la diferencia entre los exiliados políticos y los exiliados civiles, los más perjudicados por estas derrotas, en los que el exilio se manifiesta con toda su crudeza.

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