El viernes a primera hora de la tarde se detuvo a un joven en la plaza de Espanya que junto a otros dos, que lograron huir, acababan de arrancar de la muñeca de un turista israelí un reloj de 360.000 euros. Una pieza de la firma Richard Mille que un fura (mossos de paisano especializados en detenciones in fraganti) de la comisaría del Eixample logró recuperar y devolver a su propietario. Eso ocurrió el viernes, pero algo parecido el sábado, el domingo y prácticamente todos los días de las últimas semanas desde que el turismo se ha recuperado con fuerza en la capital catalana y un grupo numeroso de delincuentes habituales ha visto en el robo de relojes de lujo una actividad rentable.
Temporalmente, parece que este es el gran problema de la ciudad de BCN, el robo de relojes de gama alta a turistas también de gama alta. Sinceramente no entiendo que puede motivar a una persona a llevar reloj en la muñeca en una ciudad, no un reloj caro, sinó un reloj normal. En la ciudad constantemente hay indicadores de la hora y la temperatura, lleva uno el móvil encima que puede consultar en cualquier momento. Entonces, que necesidad hay de llevar el artilugio en la muñeca. Entiendo que tienen cierta utilidad los nuevos relojes electrónicos que a parte de la hora te indican los pasos que has hecho, las calorías que has quemado, la tensión arterial etc, aunque estos, que suelen ser baratos, tienen el problema de que la batería se agota en seguida y hay que recargarla casi cada dia, cosa que molesta a los que somos de la generación analógica, y los ladrones no roban este tipo de relojes.
Hay una serie de artilugios de los que somos incapaces de prescindir a pesar de no necesitarlos, y el reloj de muñeca como tal, es uno de ellos, sobre todo ara los que escuchamos todo el dia la radio que nos informa de la hora e incluso de alguna otra cosa. La radio que la escucho cuando salgo a caminar o con la bici, con otro artilugio del que su única actividad en mi caso es esta, el móvil, y ojo, que aún conservo un viejo transistor por si acaso se produce el gran apagón o el apocalipsis.
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