"¿Por qué no traer a la Academia una de las preocupaciones fundamentales, si no la principal, que ha inspirado desde hace cinco lustros mi carrera de escritor? ¿No es mi concepto del progreso algo que está en palmaria contradicción con lo que viene extendiéndose por progreso en el mundo de nuestros días? ¿Por qué no aprovechar este acceso a tan alto auditorio para unir mi voz a la protesta contra la brutal agresión a la Naturaleza que las sociedades llamadas civilizadas vienen perpetrando mediante una tecnología desabrida?". Miguel Delibes.
En 1975, en su discurso de ingreso en la Real Academia Española (RAE), el escritor vallisoletano Miguel Delibes fue muy criticado por su discurso ecologista, visionario y revolucionario en aquel tiempo. A lo largo de 50 páginas, el también Premio Cervantes y Premio Príncipe de Asturias cargó con dureza contra el progreso que esquilma los recursos naturales sin control, que arrasa con los montes, los pueblos y los deshabita, que contamina sin límite,... creyéndose el ser humano que tiene carta blanca para tomar de la tierra todo lo que hay con el único afán del lucro y la explotación. El discurso, que he enlazado al principio de este párrafo, merece ser leído por la claridad de Delibes en su denuncia valiente ante una RAE aún franquista; ante una España que aún braceaba por salir a la superficie de la charca de estiércol y sangre que fue la dictadura. El maestro también fue periodista y dio una lección del oficio también con esas palabras.
Este lunes, el consejero de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio de la Junta de Castilla y León, Juan Carlos Suárez Quiñones -el mismo que decía "Mantener el operativo de incendios todo el año es absurdo y un despilfarro"-, nos dio de desayunar en la Cadena Ser un titular que nos dejó con náuseas: los ecologistas también tienen la culpa de los incendios porque no mantienen los bosques limpios ("El ecologismo extremo no es la causa, pero sí uno de los elementos que hay que trabajar").
El discurso de Suárez Quiñones no es nuevo, pueden ustedes verlos en los foros de ultraderecha que contaminan la red: desde que los ecologistas impiden limpiar la maleza y se atrincheran en torno a ella hasta que prohíben comer carne a los pobres, hay surrealismo negacionista por todas partes. Desconozco si serían capaces de leer a Delibes quienes creen semejantes esperpentos teóricos, pero quizás den mayor autoridad a un cazador como él -actividad que me espanta, aunque podía entenderla en la época del hombre cazador y recolector del Paleolítico- que a una animalista. Efectivamente, el discurso negacionista ha pasado de rechazar la emergencia climática que nos asola a señalar como culpables a quienes llevan advirtiendo contra la insaciabilidad humana sobre la naturaleza.
El recorte salvaje de servicios públicos en el mundo rural, en los pueblos, en los montes,... no tiene nada que ver, por ejemplo, con la oleada de incendios que estamos viviendo en España, según Suárez Quiñones y sus corifeos de Vox, sentados a su lado en el Gobierno y organizando conciertos absurdos como medida anti-incendios y para que todos paguemos su incompetencia y mala fe.
Los responsables del fuego, la desolación, la despoblación, la asfixia y la muerte están sentados, sobre todo, en cómodos sillones de cuero de la Junta (los mismos durante 35 años), pero también de muchos ayuntamientos y de los gobiernos estatales: son ellos quienes hacen las leyes y no los ecologistas; ya nos gustaría a muchas. Los responsables del fuego están también en empresas y fondos de inversión que se lucran arrasando con la tierra, instalando macrogranjas infames (más de 600 en Castilla y León) que contaminan todo y torturan y matan a animales por toneladas para mal alimentar a la gente. "El campo ha seguido siendo campo, pero ha dejado de ser Naturaleza". Lean a Miguel Delibes. - ANA PARDO DE VERA - publico.es
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