A raíz de la última reunión de la mesa de negociación entre Gobierno y Gobierno. aunque desde algunos sectores se acusará a Pedro Sánchez de venderse a los independentistas, el ganador por goleada a la negociación ha sido el Gobierno español: ni se ha hablado, ni se hablará de amnistía y autodeterminación, que son las banderolas que los republicanos reivindicaron en su día para justificar su voto afirmativo en la investidura de Pedro Sánchez a cambio de la mesa de negociación. El camino para que el independentismo olvide este objetivo y se acomode paulatinamente a una versión que emule acuerdos de índole más clásica y menos teatral entre partidos –como el del Majestic de 1996 entre populares y convergentes– no se puede recorrer en un solo día. Pero en eso están el ERC de Oriol Junqueras y Pere Aragonès y por eso sirve y servirá la mesa. Qué necesidad tienen unos y otros de echar a Laura Borràs, si no la necesitan, ni es para unos y otros la más mínima molestia, ni siquiera un simple grano en el culo.
Quizás no sea corrupta, pero resulta que le han pillado con las manos en el correo electrónico, y todo por un error de una funcionaria de correos. Qué forma más rara de perseguir políticamente a alguien, nada. Laura se ha ido, sin haber sido, y se ha ido con mal estilo, con la rabia en la boca y la mirada airada contra los hipócritas que según ella la han crucificada, cuando ella sola se ha colgado de la cruz, sin que ningún escuadrón suicida del frente de liberación de Palestina haya ido a despedirla, ni siquiera han ido todos los suyos. Laura no sabe verlo, pero no ha hecho bien su trabajo. Ahora tiempo tendrá para reflexionar.