Según Karl Jaspers, todos los ciudadanos son corresponsables de las acciones y crímenes que se cometen políticamente. Debería haber una solidaridad universal, una condición que no encontramos en los populismos sectarios de nuestros días Es difícil entender esta constante de la historia según la cual cuando el ser humano dispone de más medios para la libertad y la felicidad escoge despeñarse se por la pendiente totalitaria y volver a la barbarie. En nuestra época esta amenazadora tendencia se manifiesta cerca de los populismos y nacionalismos, ya que sus esencias implican un retorno a la credulidad y al sectarismo más simple. Lo vemos en ciertas universidades, en la enseñanza en general, en numerosos medios de comunicación afines al poder y en muchos otros sectores.
Hannah Arendt, analizaba este hecho con respecto al antisemitismo y el nacionalismo. Según Arendt, el nacionalismo se explica como el resultado de una decadencia de la sociedad que conduce al totalitarismo. Hay un paso previo, el populismo. Arendt escribió haciendo referencia a las mentiras de los populismos que la labor del historiador ya no consiste en descubrir una falsificación ni en inventar explicaciones que eluden el principal hecho político e histórico de la cuestión: sino que la falsificación está siendo creída. Este hecho para Arendt es más importante que el hecho de que sea una falsificación. La pensadora judía, que nunca quiso que la consideraran una filósofa, dedicó buena parte de su obra a entender el origen de los totalitarismos, el nazismo y la relación entre verdad y política. Para ella había dos tipos de verdades, la de la razón y la de los hechos. Esta frase creo que define su pensamiento: El sujeto ideal del gobierno totalitario no es el nazi convencido o el comunista convencido, sino las personas para las que la distinción entre realidad y ficción y la distinción entre verdadero y falso ya no existe. Y este sujeto ha aumentado exponencialmente en los últimos años.
0 Comentarios:
Publicar un comentario